10.000 corazones rotos. La contracrónica de nuestro analista deportivo, Tomás García

(Foto: Juan Cruz, autor de tres goles // @franvazquezfoto)

 

Una de las constantes que se da cuando un equipo no está bien, o cuando aún no está bien, es precisamenteno saber qué equipo te vas a encontrar; teníamos una idea bastante clara de a «qué Yeclano» nos íbamos a enfrentar, “del San Roque” que nos estaría esperando en Lepe y, por supuesto, de «qué Betis» iba a visitar el Colombino. Pero, al menos yo, tenía muchas dudas sobre «qué Recre»iba a saltar al campo; unas dudas que ya aparecieron en anteriores encuentros, y que me vuelven a asaltar si pienso en el Sanluqueño.Cuando cada partido se convierte en una reválida en busca de la personalidad perdida, y a la grada le cuesta diferenciar el plan de partido de aquello que no debería estar pasando, se me vienen a la mente épocas no muy lejanas en las que los únicos jugadores a los que despistábamos, eran los nuestros, mientras que el resto venía a Huelva a pescar en río revuelto. Sólo son tres jornadas y aún prevalecen las sensaciones sobre las conclusiones, pero los chispazos que tuvo el equipo en la primera jornada se quedaron en chispitas una semana más tarde, y frente a los sevillanos se ha producido ya un verdadero apagón: Recreativo 2, Betis B y oye, que igual no somos tan buenos como creíamos, comparados con los otros.
Si jugar bien consiste en que sucedan en el campo las cosas que uno quiere, el Betis sacó matrícula de honor en la asignatura Nuevo Colombino, porque todo fue transcurriendo según sus planes. Ellos presentaban en el césped el mismo once de las dos jornadas anteriores, el mismo dibujo, y  también el mismo deseo de perpetuar un estilo al que ser fiel de principio a fin; el Recreativo hacía su puesta en escena con Laerte en puesto de Arjona, y con la intención de tener el balón más de lo que en realidad podía tenerlo, hecho que a esas alturas creo que aún desconocía. Porque si bien Abel Gómez había planeado defender en bloque medio y repartir un poco la posesión, cuando fueron pasando los minutos y los equipos se fueron asentando, el verde habló y resulta que si no tuvimos la bola no fue porque no quisimos, sino porque no pudimos. Mientras que nosotros éramos incapaces de salir jugando, ellos, y gracias a una presión muy alta, se daban mucha prisa por recuperar el balón; sin embargo, la urgencia consistía sólo en tenerlo porque, una vez con él, no se precipitaron en sus acciones. Y esa es una de las cosas que más me ha sorprendido siendo un filial: supieron mantener la calma como grupo en todas las situaciones de partido, e individualmente cuando tuvieron que definir en los últimos metros.
Con todo, casi marca Peter primero al recoger un balonazo de alguien, cuando ya a los quince minutos no se veía otro modo de subir la pelota. Un 4-2-3-1 que en realidad era un 4-1-4-1, porque Quique abarcaba solo mucho campo y permitía “subir” a Dani Pérez, tenía siempre en superioridad al Betis en nuestra supuesta zona de creación. Hasta el último minuto de la primera mitad no vimos un pase entre líneas de Jordi Ortega, ni casi una situación de ruptura por parte de nadie, algo que no es sólo mérito de los sevillanos, que también, sino que ya venía «apuntando maneras» de partidos anteriores. Nos cuesta jugar en los tres cuartos y crear situaciones de último pase porque nadie las fabrica; Ortega no es (hasta ahora) ese jugador llamado a repartir juego, ni tampoco creo, tenía la mejor compañía para ello; Josiel no es el mejor perfil que podía tener a su lado y Laerte no sé aún qué perfil tiene. El míster sabe sus cuentas y también por qué no salió Adri Arjona de inicio, quien tampoco le dio la vuelta a la tortilla cuando participó en la segunda mitad. Pero había que intentarlo, porque al descanso se llega 0-1 con un gol que se veía venir, y que llegó de penalti como pudo haber llegado de cualquier otro modo. Y se nos pudo atragantar el bocadillo, si Rubén no hace un paradón segundos antes de hacer los correspondientes honores a la deseada barra de pan.
El encuentro frente al Yeclano lo gana Abel desde la pizarra, y por un instante soñamos con otro gran golpe de táctica que hubiese arreglado todo este lio: Avila, Ortega y Laerte dejaban su sitio a Arjona, Dopi y Edmilson, y antes de que me diese tiempo a contar delanteros, Dopi empataba el encuentro. Nuestro doble pivote obligaba a mover ficha a Aitor Martínez, quien simplemente con una versión más defensiva de Dani Pérez, volvía a nivelar las fuerzas en el centro del campo. Y en un nuevo robo producto de una situación de superioridad, Juan Cruz volvía a adelantar a su equipo. Claro que, para adelantado, Vieties, quien un minuto más tarde se veía sorprendido por un disparo de Pablo Caballero desde Argentina. 2-2.

De pronto, la cosa se calmaba de nuevo, la lluvia que nos sorprendió a todos apaciguaba un poco y los equipos recuperaban poco a poco su rol: el Betis volvía a tener la pelota, y el Recre una desazón que fue saltando de jugador en jugador, hasta atraparlos (a casi todos). A esa hora el run run de cierta falta de intensidad se había extendido ya por toda la grada, y la aparente desconexión de algunos futbolistas daba pie a algún balón visitante estrellado en el larguero, y cosas así. Cuando entra Iago Díaz por la lesión de Edmilson, desplaza a Juanito a la derecha, se queda de enganche por el centro, y hacemos un amago hacia algo mucho mejor; el catalán, de muchísimo recorrido, es de los que les gusta bajar para participar en el inicio de las jugadas, pero estar también presente a la hora de finalizar. Pero ni él, ni Arjona, ni los dos juntos, ni nadie más, pudieron esta vez con el Betis. 

 

Más tarde, y con el Recreativo embotellado en el Colombino (como suena), llegaba el tercero; y con el equipo volcado a la desesperada, Juan Cruz encontraba el espacio necesario para cerrar la cuenta, y hacernos un hack trick. Bárbaro lo de este chico, a quien se le ve detecta la clase a kilómetros, y que si quería lucirse en el Colombino, se puede ir muy tranquilo, el muchacho. El mejor, sin duda, y uno de los mejores futuros que debe tener la categoría.

 

El encuentro me ha dejado preocupado, pero sólo un poco. Acabamos de empezar, y existe mucho margen de mejora porque hay gente que ha llegado más tarde, o que sencillamente aún “no está”. Además, las jornadas son las que van uniendo a los futbolistas como bloque, y con trabajo y con la calidad que atesoran, el tiempo no puede más que correr en favor nuestra. Y, uno por uno, aunque algunos chicos no tu vieron su día (Ávila, o Diawará cuando salió), los delanteros andan muy enchufados, Juanjo parece inmune a cualquier tipo de desidia, y nuestro portero es la Gruta de las Maravillas.

 

Pero la realidad de este partido me deja algunas dudas, y es que el Betis no ha sido un equipo que no ha perdonado nuestros errores, sino uno al que casi sólo hemos podido hacer daño, por los suyos. Nuestros buenos minutos frente a Yeclano y San Roque, ¿se dieron por nuestra suficiencia con balón, o tiene más que ver con el hecho de que ambos comenzaron «metidos» atrás? ¿Nos lo va a quitar cada equipo que nos presione arriba? Seguramente es una cuestión de plazos y de puesta a punto, tanto a nivel individual como colectiva; pero cada vez me ronda más la idea de que, siendo una gran plantilla (no tengo dudas sobre esto),  tal vez no tenemos los futbolistas más idóneos para jugar, por ejemplo, como lo ha hecho el Betis B. La imagen de un Recre metido atrás con 2-2 en el marcador me ha resultado desgarradora, no porque no hubiéramos podido ganar haciendo eso, sino porque ha sido la última prueba de nuestra incapacidad con balón, y de lo lejos que hemos estado, al menos esta vez, de poder disputárselo a otro gallito de la categoría. Por fortuna, el domingo tenemos la oportunidad en El Palmar de cambiarle la cara a todo esto, para dar un poco de alegría a nuestras crónicas, y esperanza a nuestros 10,000 corazones. El camino no ha hecho más que comenzar.

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