«RECRE, NO TE DIRÉ: NO LLORES, PUES NO TODAS LAS LAGRIMAS SON AMARGAS»

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La contracronica del Recre-Pvo El Ejido

(Foto: Sportshuelva.com / Fran Vázquez)

«Vaya semanita que nos espera, y qué larga se va a hacer. Se va a liar una que verás cómo acaba y…» y gol de Adri Arjona que, de pronto, lo cambia todo; justo cuando se nos caía el mundo encima, el catalán nos daba una victoria que amortigua el impacto de otro mal partido, y que modifica crónicas, críticas, y estados de ánimo. Pero, ¿realmente ha cambiado algo? Si el 18 no está fino en el lanzamiento de la falta, (casi) nadie se habría atrevido a hablar de «punto de partida»; así que, lo que hay que preguntarse, es, ¿basamos nuestro deseo de un nuevo comienzo en el juego del equipo, o en un gol en el  minuto 96? Porque podría ser que a partir de ahora las cosas vengan mejor pero, desde luego, no será por las sensaciones que ha dejado el equipo en el campo. Claro que, cualquier chispa que active al equipo, es bienvenida: Recre 2, Polideportivo El Ejido 1, nos quedamos con los tres puntos, y con aquella frase de Aragorn, hijo de Arathorn: «siempre hay esperanza”.

 

El Recre repetía dibujo pero cambiaba efectivos ,y mientas que Josiel hacía de Mbaye, Iago hacía de Laerte y Laerte de Peter; algo, esto último, que sólo puede entenderse si eres Abel Gómez y sabes algo que los demás no sabemos. Menos mal que más tarde Arjona sí haría de Arjona, y junto a Iago Díaz darían luz a una mañana gris, y que apuntaba a negra. Los visitantes llegaban con la intención de dormir el partido para, una vez conseguido, provocarnos una pesadilla con los dos carrileros que escoltaban su línea de tres centrales, y sobre todo con Escardó, su  jugador más destacado. Pero justo cuando el Poli terminaba de cantarnos una nana, Iago despertaba al Colombino aprovechando un rechace, y también su “saber estar en los sitios”; al de Barcelona le gusta “dejarse caer” para subir la bola haciendo conducciones, asociarse, y jugando como “falso extremo” supo desconcertar en muchos momentos a la defensa visitante. Cuando marcó el gol, le oí exclamar desde la cabina lo mismo que una vez dijo Gimli, hijo de Gloin: “éste cuenta como mío”.

 

 

El tanto descubría el punto débil de nuestro rival: un conjunto muy ordenado y con unas líneas difíciles de romper en estático, sobre todo por arriba, pero al que se le podía hacer mucho daño pillado a contrapié, y jugando rápido y por bajo; lo malo, es que nuestro propio gol desvelaba también nuestros propios defectos, y en puesto de aprovechar los espacios que poco a poco ellos tendrían que ir dejando, Escardó nos sacaba los colores con un golazo. Puedo entender que con 1-0 el Recre cediera algo de terreno, algo de balón, y pudiera hacer una lectura, en parte diferente, de la situación de partido; pero, ¿con 1-1? A raíz del empate y, lejos de propiciar que el Recre metiese una marcha más, el partido se sigue jugando a un ritmo lento, muy lento, cumpliendo los deseos del míster visitante, y prevaleciendo en el campo el plan de partido de ellos sobre el nuestro. El tono cansino del encuentro hacía que nuestros intentos por llegar arriba no cuajasen en nada, porque a esa velocidad los visitantes se anticipaban en cada acción, y lo hacían sin tener que romper sus filas. Lo peor que puede transmitir un equipo, aunque no sea cierto, es esa sensación de falta de intensidad, y hasta el descanso me estuve acordando, una y otra vez,  de una famosa frase de Gandalf: “corred, insensatos”.

 

La segunda parte arrancaba con algo más de alegría por parte local, con un amago de mover la bola más rápido, y con otro de hacernos creer que el Recre podía salir de su letargo; pero pasado un rato, los visitantes conseguían aplacar nuestro ímpetu de los primeros minutos, y volvían a dejar el partido donde estaba. Donde estaba o incluso en un lugar mejor, porque cuando empieza el carrusel de cambios, hay uno por parte del entrenador visitante con el que se “marca un pizarrón”, y con el que termina de “ahogar” al Recre en su propia tristeza: los tres centrales se convierten en una línea de 4, en la que los laterales, Héctor y Alex, ya no se mueven del sitio, mientras que por delante es Mendes quien sube y baja y Checa quien cierra con Sato. Touché, un futbolista más por dentro, con el que el Recre se iba a estrellar aún más en esa zona. Y ahora es David Cabello, quien rememora al viejo mago: “no-puedes-pasar”.

 

 

Pero pasó. El trabajo de Pablo Caballero, peleándose con “las tres torres” (sí, ya sé que en la peli sólo son dos, pero el Poli tenía tres) provoca una falta al borde del área, que ya sabemos cómo acaba. Pero seguimos sin saber cómo termina la historia, porque hemos vuelto a ver un equipo que no sabemos a qué juega, y que cuando lo hace, al menos en parte es porque el otro le deja. El hecho de que el equipo se sienta atenazado no es una causa sino una consecuencia, porque no es que el equipo juegue mal porque no está bien mentalmente, sino que no está bien porque no tiene fútbol. Durante 95 minutos fuimos perdiendo “a los puntos” hasta que Arjona, que para eso es jugador del Recre, asumía la responsabilidad y arreglaba este lío con un disparo que le salía del alma; por eso, y es lo que cuenta, el Recre es justo vencedor del encuentro. Además, creo que es una victoria que el equipo “necesitaba” celebrar para poder seguir, pero, ¿cambiará algo a partir de ahora? Pues no sabemos, porque como diría el Mago Blanco, “la batalla con el Polideportivo Ejido ha terminado; la batalla por la liga no ha hecho más que empezar”.  Ojalá el fin de la trilogía también sea, El Retorno del Rey.

 

Tomás hijo de Tomás.

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