El Recreativo: Un león dormido o un enfermo en coma inducido

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La agonía del Decano y la impotencia de una afición que sigue esperando una solución


Aficionados enfadados a la llegada del autobús / Carlos Martínez Brea

 Figoli dice que el Recreativo de Huelva es un león dormido, pero yo no lo veo así. A estas alturas, creo que es más bien un enfermo en coma inducido que lleva muchísimos años en la UCI, esperando que alguien, algún día, lo despierte. Esa es nuestra única esperanza: que algún día, tras tantos años de sufrimiento, el equipo recupere el pulso.

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Somos, en mi opinión, la única afición en el mundo que ha tenido que soportar tantas negligencias económicas y deportivas. Hemos aguantado las mentiras, el silencio, las promesas incumplidas. Hemos sido atacados por todos los frentes, sin piedad, y sin embargo, aquí seguimos. Seguimos soportando palabrerías vacías, frases alentadoras sin resiliencia, engaños y ocultismos. Todo con el corazón roto, pero con alma. ¿Qué nos queda si no es la esperanza de que algún día, por fin, todo cambie?

Lo que me resulta incomprensible es que, a lo largo de los años, hemos sido testigos de una serie de decisiones erróneas que nos han dejado en esta larga agonía. ¿Cómo se puede vivir con tanto oscurantismo? No sabemos quién tiene la mayoría de acciones del club, no exigimos transparencia, y seguimos siendo sometidos a una y otra mentira. Y mientras tanto, vemos cómo se repiten los mismos errores, cómo los inversores de turno aparecen y desaparecen, como si en Huelva no hubiera ni un solo interés real en el club.

El nombre de Figoli se ha convertido en un sinónimo de desilusión. Un hombre que ha renegado del club una y otra vez, pero que, irónicamente, sigue siendo la única persona que suena y habla en nombre del Recreativo. ¿Cómo puede un abonado, un verdadero aficionado, seguir creyendo en este club cuando lo único que ve son mentiras y promesas vacías? Cansado de tantas mentiras que ya desmoralizan incluso a los más fieles, aquellos que aún siguen luchando por un club que parece estar condenado a vivir en el olvido.

La ciudad de Huelva parece estar dormida, apática, como siempre. Como costumbre onubense, seguimos metiendo el rabo entre las piernas, sin exigir lo que es justo, sin plantear un “todo o nada”. Y todo esto solo nos pasa a nosotros, solo a Huelva, donde seguimos sin saber quién realmente es el dueño de nuestro club, repitiendo una historia que parece no tener fin.

Pero no podemos seguir conformándonos, no podemos seguir acostumbrándonos a este panorama. El grito sigue siendo el mismo: Vivir o morir, pero nunca arrodillados, humillados y sumisos. Ya basta de agachar la cabeza, ya basta de esperar. Si no exigimos ahora, si no luchamos por nuestro club, ¿quién lo hará?