Cazador cazado | «El Recre cae en la misma trampa»

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Opinión y contra crónica de Tomás García tras el encuentro entre el Recreativo de Huelva y el Real Murcia (1-0)

 

 

  Cuando crees que estás jugando a lo que tú quieres, pero en realidad estás jugando a lo que quiere el otro. Es lo primero que pensé cuando nos hicieron el gol, pero, ¿realmente es lo que pasó? Más en frío te das cuenta de que, aunque con balón, nosotros estábamos haciendo lo mismo: esperar a tener una. Es decir, con el balón que el Murcia no quería. Y es que, hablando de frío y también de calor, así es cómo se queda uno cada vez que el Recre juega fuera: con el cuerpo “cortao”, como cuando bajas del autobús y cambias la calefacción por el frío matinal, o como cuando sales de un centro comercial con el aire acondicionado a toda pastilla, y agosto está ajusticiando la calle. Con tanto cambio de temperatura ya no sabe uno “qué ponerse” porque, con perspectiva, estamos muy bien: quintos, y con quince equipos peor que nosotros; pero eso no consigue librarme de la terrible decepción que siento cada vez que mi equipo juega lejos del Colombino y, en puesto de apostar a ganador, lo confía todo demasiado a la suerte, a cazar alguna, y a que no te cacen. Pues esta vez, cazador cazado: Murcia 1, Recre 0, y nuestro particular estilo, tantas veces capaz de desesperar al más pintado, dio con la horma de su zapato: a Pablo Alfaro íbamos a aburrir…

 

 

Mientras pasaban los minutos, y el Recre parecía con balón menos peligroso que el Murcia sin él, pensé que, tal vez, era un partido de 1-0 o 0-1; si hubiéramos marcado nosotros, habríamos obligado a los locales a hacer aquello que menos les gusta, y el Recre habría estado en disposición de hacer aquello que mejor se le da. Pero cuando la enchufa Loren Burón, me imagino también un escenario casi inamovible en el que veo un futbolista de rojo en suelo cada dos minutos, hasta cumplirse el noventa. Es cierto que el decano tiene sus ocasiones, pero no lo es menos que, haciendo lo mismo que en Huelva, el míster local le volvió a comer la tostada al nuestro. Las pizarras unas veces se ganan, y otras se pierden. Eso sí, hay un sinfín de cosas de las que Abel Gómez y, a mi modesto entender, no es responsable. Por ejemplo, la jugada del gol: Rahim está volviendo y el jugador que le hace la ayuda, Josiel, se come la marca. Y eso que la banda que nos da el “partidito” es la otra, la de Dani Vega y Marc Baró; a ese lado cae Caye, quien ocupa mucha más banda que Domínguez, para meterle miedo al lateral y que dude al subir, con el de Isla rondando por ahí. Pero no era el día de nadie, y sólo sacrificar a De la Rosa lejos de su banda dio resultado. Pero eso, sacrificando a De la Rosa. Siempre “ganaron” ellos.

 

Tampoco tiene culpa de que los futbolistas, aún siguiendo sus propias órdenes de banquillo, rindieran muy por debajo de lo deseable. Alcalde me parece un jugador excepcional, pero nada excepcional dice de su campaña y, hablemos claro, el hecho de que su mejor partido fuera el primero; Josiel se queda sin gasolina cada vez antes, a los de arriba les cuesta hacer gol, y el equipo, en general, ya no defiende igual . También es “inocente” y, tiene mucho que ver con lo anterior, de que los refuerzos invernales estén saliendo “rana”; no estamos peor: es imposible porque los que se fueron no aportaban nada y, antes que alinear a alguno, Abel habría preferido hacerse una ficha, y salir él a jugar personalmente. Pero, en contra de lo que yo pensaba, tampoco estamos mejor: llegaron para ser decisivos desde ya, especialmente Álvaro, pero hasta ahora y, más allá de ser números para cambios de refresco, ni chicha ni limoná.

 

 

Hasta exculpo a nuestro míster de su metedura de pata del final: está mal, pero hay que verse en esa banda, contemplando a otro jugador del Murcia dejándose caer en tus narices. Lo peor es que les servimos en bandeja de plata un par de tanganas que, para quienes practican “eso”, es el gordo de la lotería. Sigamos pensando que para afortunados, nosotros: ocupamos un puesto de play off, y tenemos margen para defenderlo; ojalá el domingo el Recre vuelva a esa versión de la que nos sentimos orgullosos, aunque no gane, y abandone esa otra en la que, si no gana, no le queda nada.

 

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