«Carolina: Nunca volveremos a ver nada igual»

0

Carolina Marín se ha proclamado por séptima vez consecutiva Campeona de Europa. La onubense suma así otro títulos su palmarés

(Foto: Bádminton Photo)

 

  Esta nota no pretende ser una crónica del Europeo, ni un «recordatorio» de qué ha traído a Carolina hasta aquí. Eso, ya lo he contado muchas veces y, aunque nunca son suficientes, muchos medios vuelven a hacerse eco de su carrera, título a título, cada vez que vuelve a ganar. Y eso, que muchos no tienen ni idea de por qué esta corona es «la octava», cuando sólo ha disputado siete Campeonatos de Europa; se limitan a copiar de alguien que a su vez también copió de alguien, porque Carolina ha ganado, y «toca» sacar la noticia. No pretendo poner en valor a la deportista, sino a la guerrera, porque nunca volveremos a ver nada igual.

 

 

¿Se conoce a los ganadores en la línea de salida? Por supuesto, que no; de ser así, Carolina no sería la mejor jugadora de bádminton de la historia, después de que siendo pequeña y, dicho por ella, ni siquiera se le diera bien. Pero ella lo intentaba, y lo intentaba, como cuando  pretendes conseguir algo imposible, y ni te atreves a decírselo a nadie. Cada vez que daba un paso, soñaba con el siguiente, segura de llegar al final de camino, aunque nadie la hubiese acompañado. Hay personas que creyeron en ella y, sin las cuales, no lo habría conseguido; hay partes del camino en las que puedes sola, y partes en las que no puedes, si lo estás. Pero llega un momento en el que sólo estás tú, y el monstruo, delante de ti. Se rompe una rodilla, el final de su carrera la mira a los ojos con una sonrisa, pero ella le pega un raquetazo, y deja pasmado al mundo ganando en China; se rompe la otra, el monstruo vuelve a fijarse en ella, y le quita los Juegos, su ciudad, y su gente… Pero Carolina le saca la lengua, le hace una burla, y gana en Madrid.

 

Y no son las únicas batallas que ha librado, que no fueron televisadas; después de ganar el oro en Río, sus rivales comenzaron a urdir complejos planes de juego para tratar de contrarrestar su alegría en la pista y, cuando las fuerzas se igualaron, lo que podía diferenciarla de las demás era «eso». Sí, «eso» que ella llama «puedo porque pienso que puedo» y que yo sé que olvidó meter en la mochila cuando partió a disputar el mundial del Glasgow. El imponente momento físico que llevaba no le dio para ganar, porque no estaba completa.

 

 

Pues, esa guerra y, tras varias lesiones, varios parones y la absoluta indiferencia de los medios cuando no es noticia, también la ha ganado. Y ahora está lista, física y mentalmente, para ganar en París. Lo de los medios (locales, y no todos) merece una nota aparte: Carolina es como una «obligación», alguien de quien hay que hablar cuando viene, porque es de Huelva; pero no la miman, ni por lo que ha hecho, ni por lo que es, ni porque es de aquí. Sólo cumplen rellenando el espacio asignado en sus diarios, pero no los tiene enamorados. Y deberían, porque nunca volveremos a ver nada igual.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *