La Onubense finaliza su participación en indonesia, pero comienza una nueva reconquista  

(Foto: @badmintonphoto )

 

Bueno, pues terminó la aventura de Carolina en este Open de Indonesia que, no sólo era un torneo, sino también un termómetro; debía medir a cuántos grados puede soltar a la bestia la onubense, en el punto en el que se encuentra ahora mismo. Y la temperatura que marca es elevada, pero aún no lo suficiente como para “abrasar” el juego de sus más íntimas oponentes. Carolina venció a Julie jakobsen el martes, más por la diferencia real que existe entre las dos, hiciera el calor que hiciera, que por el partido que hizo, y dejó alguna duda para su siguiente cita. Y es que Wang Zhi Yi es la 14 del mundo, y lo que sí sabíamos es que nuestra mejor embajadora por el mundo iba a necesitar jugar a un grandísimo nivel, para apartar a la jugadora china del camino. No ha sido así pero eso es lo peor que puedo contar; no todo ha sido malo, ni mucho menos.

 

El día de la danesa, Carolina no empezó con buen pie. Era su primera vez en un Super 1.000 desde su vuelta; de hecho, desde su reaparición, casi todos sus duelos han sido un «la primera vez, desde su vuelta». En Madrid, su primer encuentro camino del título europeo también lo solventó con éxito por la tremenda superioridad sobre su rival (katerina Tomalova), pero no comenzó bien; era “la primera vez que competía, desde que volvió». Tuvo también un inicio de aquella manera, aunque acabó ganando, en cuartos frente a Line Kjaersfeldt, porque era “la primera vez que jugaba contra alguien de nivel, desde su vuelta». Y frente Wang Zhi ha sido “su primera vez con una jugadora asiática top, desde que…»; bueno, eso. Y hasta aquí ha llegado, y ahí se encuentra: después de disputar un sólo partido frente a una jugadora de las que «le interesa» (porque si no fuera así, no estaríamos hablando de su deseo de volver a la élite), ha caído pero, también le hemos visto cosas interesantes. Vamos con ellas.

 

Justo antes de su segunda lesión de rodilla, Carolina había recuperado algo que perdió en algún momento del camino: la calma. Siempre he defendido que uno de los aportes más relevantes de Fernando Rivas a la carrera de Caro, fue amansar a la bestia; su pupila era energía desatada y pura, sin control, y cuando Fernando la enseñó a canalizarla alcanzó el equilibrio necesario entre cuerpo y espíritu, para ser mejor que nadie (expresiones que, por cierto he leído literales en un artículo posterior de otro pero, eso es otro partido). Porque nadie, además, es tan rápida de cuerpo y de mente, como para robarle la iniciativa en los partidos cuando ella está bien. Y eso es lo que le ha faltado hoy además de ritmo en esas piernas: frescura para devolver cada volante con precisión, y para saber dónde devolverlos. Pero en ningún momento “se ha ido del partido”; ni  hoy, ni en ninguno de los encuentros que ha disputado desde el Europeo. Aquel día se fastidió la rodilla pero no el autocontrol, y ese es el camino correcto, hacia esta nueva «reconquista». Una más en su carrera.

 

No olvidemos que esta situación, en realidad, no es nueva para ella. En 2016 y tras unos meses sin buenos resultados, conquistó el oro en París; luego pagó las consecuencias de haber fijado de manera tan obsesiva un mismo objetivo durante tantos meses, y de nuevo vinieron tiempos de sequía. Hasta que en Japón, en 2017 y frente a He Bingjiao, le dijo al mundo que había vuelto a equivocarse, al no contar con ella. Y en 2018 se coronaba, una vez más, campeona del mundo. Pero, como si aún tuviese algo que demostrar, llegó la primera lesión de rodilla y, mientras muchos lo apostamos todo entonces a que volvería a ser la misma, los de siempre volvieron a decir que todo había terminado. Pero en su reaparición ganó en China, y más tarde conseguiría otros dos Super 1.000 consecutivos frente a «una tal Tai Tzu Ying».  Carolina conoce los pasos, porque ya ha pasado por esto, y volverá a cerrar unas cuantas bocas.

 

Dice que piensa en Malasia y yo la creo (ahora tenemos otra ración doble de torneos en ese país asiático), pero sé que en el fondo mira hacia Tokio, lugar en el que se disputa en agosto el Mundial, y que ella ha elegido para volver a ser emperatriz.

 

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