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La afición recreativista afronta un nuevo descenso a Segunda Federación mientras confía en un proyecto que promete devolver al Decano a la categoría que merece

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Sí, de vuelta a aquellos campos de lodo y barro, con equipos que mantienen vivas las esperanzas de seguir con vida en una categoría que para el Recre, dista mucho de la categoría en la que debería competir, dada su historia, longevidad, señorío y, cómo no, su afición.

Una afición que lleva grabado el escudo del club más antiguo del país en su piel y que lo defiende a muerte, sea la categoría que sea en la que compita.

 

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Se consumó un descenso que, para mí, estaba más que visto para sentencia en las primeras jornadas de competición. Un equipo que ha deambulado por la Primera RFEF en su segundo año de competición y que ha convertido todo en una gran catástrofe.

Los Jesús Vázquez, Óscar Arias, Juan Alfaro, Begoña Calderón tuvieron un primer año de luces, pero un segundo de sombras oscuras que nos ha devuelto a esos campos que distan mucho de lo visto en estos dos años.

Ahora llega un nuevo dueño, con, parece ser, solvencia económica y ganas de devolver al Recre a su hábitat natural o al menos al lugar que merece por todo lo que ya sabemos.

Esta afición está hastiada, cabizbaja y llena de dolor. Pero hoy, más que nunca, recordamos quiénes somos. Nietos del abuelo, herederos de una pasión que trasciende generaciones. Hemos caído, sí. Pero vamos a volver. Más fuertes. Más unidos. Más Recre. Porque esto no va solo de fútbol. Esto va de amor, de historia, de identidad. De esto va ser del Recreativo de Huelva. Y de esto solo saldremos juntos.

 

 

Desde ya, y aunque reste un partido para terminar la competición doméstica, hay que confiar en el proyecto de los nuevos, no por nada, sino porque es nuestra única salvación. Es quien ha llegado a darle un bonus extra -otro más- al Decano porque, de lo contrario, la otra opción hubiese sido la vuelta de Pablo Comas, y ya sabemos lo que eso hubiese significado.

Adrián Fernández cometió un error en el partido frente al Marbella, aquel en el que tanto nos jugábamos. Pero seamos realistas en todos los sentidos: esto no es culpa del nuevo presidente; se ha encontrado una herencia dañina que deberá enmendar con trabajo, esfuerzo y pasión.

Si todo sale bien, la afición estará ahí. Si no sale, podremos juzgar y pitar cuanto queramos. Pero, en mi opinión, debemos dejar trabajar. Todos nos equivocamos y todos tenemos derecho a una oportunidad.

Y si el Recre, el abuelo, debe seguir vivo, su afición ayudará a que esto sea así, por los siglos de los siglos.