RECREATIVO | “EL PLAN QUE SIEMPRE SALE BIEN, AUNQUE SALGA MAL»
El Recre de Abel o intentar ganar, invirtiendo lo mínimo
(Foto: Sportshuelva.com / Román Arroyo)
Misión cumplida; el Recre se trae de Melilla un punto muy valioso, y acumula ya tres encuentros dejando su portería a cero, por lo que… Un momento, esto no es… Me he equivocado;
No pudo ser; el Recre no pasa del empate en Melilla, y deja pasar una oportunidad de oro de situarse en la zona más noble de la tabla. Ahora sí. Esto es como el cine; hay a quien le gusta la peli, y hay a quien no. Ganar sí nos gusta a todos, pero ni aun con los tres puntos mi opinión habría sido diferente a la de esta nota, porque un partido que pudo terminar de cualquier manera no puede analizarse desde el resultado. Yo prefiero hacerlo desde la propuesta, porque en una competición tan larga me fio más de la causalidad que de la casualidad, y mantener la portería a cero tres semanas habla muy bien del equipo, pero tiene un precio. Tal vez, no tan alto como para no salvar la categoría, pero sí lo bastante como para renunciar a algo más. Y el objetivo no puede ser otro que la permanencia, creo que lo dictan las más elementales reglas del sentido común; pero yo no me libro de esa sensación, que me persigue desde hace más de un año, de que en cada partido estamos tirando algo.
Y, hablando de tirar, toda la primera parte. Vamos a dejar claro, de una vez, que la famosa «continuidad con balón», que tanto echamos de menos, y sobre la que el míster siempre dice que hay que mejorar, no es en realidad una prioridad en el plan de partido. El Recre sale al campo esperando que suene la flauta con algún balón a la espalda de la defensa del Melilla, y ya. No es que nosotros estuviéramos siendo verticales; es que el conjunto local estaba posicionado muy largo, y estaba dando todo tipo de facilidades para que el Recre pudiera llegar sin pasar por el centro del campo. Pero llega poco, mal, y desistiendo de cualquier intento de elaborar algo, y encontrar la meta contraria por otra vía. Y todo está «bien», porque ese el plan; un plan en el que Caye lo tiene muy difícil, y en el que Luís Alcalde, perdido y «sin amigos», está condenado a terminar aburriéndose. Ojalá no me lo aburra del todo.
Cuando, en la segunda parte, se vuelve todo más loco, llegan las ocasiones. Y es aquí es donde discrepo con quienes son capaces de ver las ocasiones del Recreativo, pero no ven las del Melilla; porque pudimos ganar, pero también perder, y aunque en el fútbol esto es una conocida obviedad, me disgustó ver que después de tanto empeño por fortalecer la parcela defensiva, el resultado acabara dependiendo casi en exclusiva del azar. El Recre disfruta de sus mejores momentos propiciando acciones que llevan mucho peligro a la meta rival, y a las que sólo les falta la guinda; pero, a diferencia de otros partidos, lo hace exponiendo demasiado, dejando muchos agujeros sin tapar y facilitando que ellos también lleguen con muchísima claridad, y eso a pesar de los cinco defensas y los no sé cuantos mediocentros. Desarmar al equipo arriba para rearmarlo abajo no se tradujo en que fuésemos más fiables atrás, y cuando basas tu juego en serlo, el resultado tiene que depender mucho más de tu capacidad para defender, antes que de cualquier otra cosa.
Es cierto que Montoya estuvo sensacional, pero Rubén también, y ambos hicieron lo que tenían que hacer. No me vale que los salvó su portero porque a nosotros nos salvó el nuestro y, con todo su mérito, para eso están. Su protagonismo se debe, en parte, a que ni Melilla ni Recre consiguen el control del partido, algo que los nuestros sí tienen en Ceuta durante muchos minutos, y que supone la gran diferencia. El Recreativo juega a intentar ganar, invirtiendo en ello lo menos posible, y quemando, sin embargo, todas las naves tratando de dejar la portería a cero; eso sí, empleando para ello todos los futbolistas, sistemas y recursos disponibles. Una misión que justifica un plan, salga éste bien o salga mal, y que tiene su continuidad en la sala de prensa. Si dejamos la portería a cero, hemos cumplido con el objetivo, y si encima llega a entrar alguna, estaba todo más que calculado, porque «sabíamos que…»; pero si la llegan a meter ellos, lo hemos hecho todo bien, y sólo nos ha faltado algún detalle. Toma ya. Siempre está todo bien. Siempre. Lindezas del fútbol moderno, que más que con ningún entrenador en particular, tiene que ver con el triunfo del instinto de supervivencia sobre el deseo de querer ofrecer, sentir y disfrutar, de algo mejor. Pues eso, como en el cine. Para algunos esto será una comedia, para otros ciencia ficción y, para otros, un drama.