RECREATIVISTAS POR EL MUNDO | ENRIQUE ANDIVIA

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El ejemplo de pertenencia de un onubense residente en Madrid

Dicen que la distancia no es una excusa cuando llevas a alguien en el corazón y este onubense, residente en Madrid, lleva el nombre de Huelva por todos los rincones del mundo, independientemente de los kilómetros que lo separen de su hogar. Enrique Andivia ha pasado gran parte de su vida fuera de nuestras fronteras provinciales, principalmente por estudios y asuntos laborales, pero continúa arraigado a sus raíces como si no hubiera ido nunca.

 

Pregunta – Bienvenido a nuestra sección de “Recreativistas por el Mundo”, Enrique. Me alegra tenerte por aquí y que te sientas partícipe también de esto. Cuéntanos qué te ha impulsado a vivir fuera de Huelva durante todo este tiempo.

 

Respuesta – Pues, principalmente, temas laborales. La carrera científica hay siempre un tiempo cuando acabas la tesis doctoral que tienes que irte al extranjero, que es lo que se llama el periodo postdoctoral. Entonces, cuando terminé esa tesis coincidió además con la crisis inmobiliaria y hubo un gran descenso del número de contratos y dinero en investigación aquí en España, por lo que no me quedó más remedio de buscarme un contrato en el extranjero. En primer lugar me fui a República Checa y luego me pudo ir a Bélgica. Finalmente, volví a España pero no al lugar de origen, sino donde me salían algunas oportunidades hasta que conseguí estabilizarme en la Universidad Complutense de Madrid.

 

P – ¿Se puede decir que viniste más desarrollado?

 

R – Claro. El periodo postdoctoral supuestamente es formativo, es decir, te vas al extranjero porque sales de tu laboratorio y tienes que demostrar que tu producción científica es buena independientemente del sitio donde estés. Aparte, también te sirve para conocer nuevas culturas y nuevas formas de trabajar. Por ejemplo, el laboratorio al que fui en Bélgica era bastante puntero; tenía mucho capital humano, unos equipos fantásticos y carísimos. Había mucho dinero para investigar, entonces, claro, son cosas que aprendes allí y te las traes de vuelta.

 

P – Respecto a todo lo que viviste, ¿te influyeron en tus decisiones futuras?

 

R – Evidentemente, todo lo que he vivido durante estos años ha configurado mi personalidad actual. Piensa que me fui con 28 años y prácticamente no había salido de Huelva. Crecí y estudié aquí. Sin embargo, de repente, un chico muy arraigado a Huelva se encuentra en un entorno diferente en el extranjero donde debe adaptarse, conocer gente nueva y hacer amistades diferentes. Todo esto me ha cambiado considerablemente.

 

Una de las cosas que me ha sucedido durante este tiempo es que me he reidentificado con los símbolos de Huelva, aunque siempre me he sentido muy identificado con mi ciudad. En mi grupo de amigos, solían decir que yo era el más onubense. El hecho de irme fuera ha intensificado aún más esta conexión con mi forma de ser.

 

 

P – Esto último que has comentado se asemeja a la frase de que tienes que perder algo o irte de algún lado, como es tu caso, para valorar las cosas.

 

R – Si siempre estás en un mismo lugar, te pueden pasar dos cosas: llegar a pensar que lo que tienes es lo mejor, pero no ves otras cosas y no lo pones en un contexto más amplio, o o no valorar las cosas que tienes dentro. Irme fuera me ha permitido comprender lo que no funciona correctamente y valorar las cosas que realmente merecen la pena.

 

Recuerdo cuando vivía fuera; tiendes a hacer piña con la gente que vive allí. En mi caso, cuando estuve en República Checa, coincidí con muchos españoles y solíamos hablar sobre el llamado «síndrome del emigrante». Este síndrome se refiere a cuando estás lejos, echas de menos lo que dejas atrás, pero esa realidad se idealiza porque tiendes a recordar las cosas positivas. Sin embargo, cuando regresas, se produce un choque de realidad al comparar esa idealización con la realidad.

 

P – Yéndonos al tema deportivo. Desde niño, siempre mostraste un gran interés por el fútbol. ¿Podrías contarnos quién fue la persona que te transmitió ese sentimiento por este deporte?

 

R – Nací en un bloque que daba al viejo Colombino. Solía ir a los partidos con mis abuelos, mis padres o mis tíos, compraban las entradas y vivíamos el ambiente que se formaba alrededor del estadio: la Plaza Houston, los bares cercanos y luego íbamos al partido. Si no hubiera sido por eso, seguramente no habría desarrollado esa afición por el fútbol. Al final, creo que la afición por algo se forja a partir de todas las experiencias previas, como cuando el Recre jugaba en Isla Chica.

 

Yo veraneaba todos los veranos en Punta Umbría, pero siempre iba a ver el Trofeo Colombino con algún familiar. Allí he visto pasar a muchos equipos: São Paulo, Sampdoria, el Atlético de Madrid de Schuster, el Madrid de la Quinta de El Buitre… Todo eso te va creando una afición que ha venido de mi entorno familiar.

 

 

P – ¿Piensas que se perdió el ambiente con el traslado al Nuevo Colombino?

 

R – Creo que, en general, todos los clubes han perdido mucho al llevarse los estadios a las afueras de las ciudades. Personalmente, envidio lo que sucede en Vallecas cuando el Rayo juega. Especialmente yo, que he vivido en Isla Chica, siento que el Recre ha perdido mucho en ese aspecto. El estadio está situado en el centro de Vallecas y cada vez que el equipo juega allí, se genera un ambiente único desde por la mañana. Hay una gran implicación.

 

P – ¿Y qué piensas del Trofeo Colombino? Se está perdiendo la esencia de los trofeos veraniegos tradicionales, pero este trofeo fue algo especial para ti, como comentaste anteriormente.

 

R – El Trofeo Colombino se caracterizaba por traer a equipos fuertes de España, Europa y Sudamérica. Era un trofeo con una identidad muy grande y muy competitivo. Hemos estado hablando de la retirada de los estadios hacia las afueras y creo que las dos cosas van unidas. En muchos casos, han sido operaciones inmobiliarias que han supuesto inyecciones económicas. Actualmente, te sale mejor irte hacer una gira por Estados Unidos y desembolsarse una importante cantidad de dinero. Todo esto es un síntoma del cambio hacia el fútbol moderno que, desde mi punto de vista, ha dejado un poco de lado a los aficionados para regirse por otros índices económicos.

 

 

P – Entonces, ¿se puede decir que eres más partidario del fútbol tradicional que el moderno?

 

R – Yo disfruto más con un partido de la División de Honor que con uno de la Primera División.

 

P – Como dato adicional, cuando realizaba la primera entrevista de esta sección a José Miguel Vélez, él me comentaba algo similar. Decía que disfrutaba más viendo los partidos de la Primera Federación que los de la Primera División aunque, a priori, hubiera menos nivel futbolístico.

 

R – Yo veo menos fútbol del que solía ver antes. Miro algunos partidos, pero en su mayoría los escucho por la radio. Al final, solo sigo lo que realmente me interesa, como el Mundial, los partidos del Recre o algún otro encuentro en directo. Sin embargo, vivir fuera y especialmente en Madrid complica las cosas, ya que es difícil conseguir una entrada para asistir a un partido de fútbol. Creo que todo esto entra dentro del pack turístico que hay en torno al fútbol moderno.

 

P – ¿Crees que el fútbol actual no interesa?

 

R – Falta esa unión con el aficionado. Te he comentado que mi afición por el fútbol viene por una tradición familiar y por los ambientes que se generaban en el barrio. Eso se ha perdido. Luego, es muy inaccesible. A mi me gustaría llevar a mi hija a ver a lo largo del año a ver partidos de fútbol y no puedo permitírmelo económicamente, la llevo a ver partidos de fútbol femenino que sí que son más accesibles económicamente. Por ejemplo, no estamos acostumbrados a ver el partido sin hacer otra cosa. Estamos acostumbrados a la inmediatez y por eso creo que nos cuesta ver cualquier partido de fútbol.

 

P – Volviendo al tema del Recreativo e incluso del Sporting de Huelva, ya que has venido vestido con su camiseta, ¿qué significan para ti estos dos clubes?

 

R – Creo que tiene que ver con lo que te he dicho antes. Cuando uno vive fuera tiende a intensificar los vínculos con los símbolos que añoras, para mí es una forma de conectar con mi tierra. Cada semana me pongo a verlos o a escucharlos por la radio y sentir que estoy integrado a la tierra de donde soy.

 

 

P – Afuera de la entrevista comentabas que, aunque eras socio desde pequeño, tuviste que dejar de serlo por temas laborales. Aún así, cuando empezó la etapa oscura del club y surgió el tema de Líberos del Decano, volviste a la acción.

 

R – Yo era socio desde pequeño. Todos lo éramos; en casa y en el vecindario. Llegamos a formar una peña de animación cuando tenía 11 años que se llamaba «Kotarro Colombino». Seguí siendo socio y yendo a los partidos con mi abuelo incluso cuando cambiaron de estadio. Después, cuando mi abuelo se puso malo, empecé a ir solo, tanto a los partidos en Primera como en Segunda División hasta que llegó un momento en el que tuve que irme. Al principio, mantuve el carnet durante un tiempo, pero finalmente tuve que dejar de ser socio durante algunos años.

 

Cuando empezaron a surgir informaciones sobre una posible desaparición y la pérdida de identidad del decanato, comencé a colaborar con el Recre Trust. Sentí la necesidad de aportar mi granito de arena y pensé que la mejor manera de contribuir era volver a hacerme socio de nuevo. También hice lo mismo con el Sporting de Huelva, y ya llevo varios años.

 

P – Para finalizar, me gustaría saber tus sensaciones de cara al inicio de la temporada.

 

R – Las sensaciones para esta temporada: Soy optimista pero si afrontamos la temporada con humildad. Está categoría es muy exigente con un grupo muy difícil y creo que tenemos que buscar la consolidación en la categoría. Veo al equipo en mitad alta de la tabla, pero para ello el equipo tiene que aportar más fútbol que la temporada pasada y para eso necesita algún refuerzo en ese sentido

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