La contracrónica de Tomás García | «¿Se podía, o no se podía jugar a otra cosa?»

123

(Fotos: Sportshuelva.com/Fran Fernandez)

Con toda la prudencia que exige haber visto sólo dos partidos; ¿se podía o no se podía jugar a otra cosa? Defender que el “estilo Abel” era el único modo de sacar rendimiento a este grupo, implicaba dos cosas: dar por sentado que ningún otro entrenador habría hecho aquí nada, y reducir los futbolistas a peones de poca iniciativa, condenados a aprovechar unas pocas ocasiones caídas del cielo. Sólo son dos encuentros, nada más; pero han sido suficientes para que el próximo día los aficionados marchemos al Nuevo Colombino, con ese paso rápido que nos caracteriza, antiguamente con la almohadilla bajo el brazo, sabiendo que el Recreativo de Huelva va a pelear por el maldito partido los noventa minutos.

Pase lo que pase nos quedará eso, que exactamente es lo que me llevaba faltando los últimos tres años; Recreativo 2, Atlético de Madrid B 1, un encuentro que el Recre ganó con más autoridad de lo que reflejan los números y que, al menos a mí, me devuelve parte una identidad que había perdido en algún punto del camino.

 

No caigamos en el error, sin embargo, de pensar que el antiguo míster era la causa de todos nuestros males, sólo porque llevamos un partido y medio jugando a otra cosa; esta plantilla tiene carencias con las que, antes o después, tropezará Íñigo Vélez. Tampoco debemos pensar que los jugadores, ahora, están más comprometidos porque son más intensos y ganan duelos que antes no ganaban; más bien creo, que lo de la intensidad y el ritmo de juego tenía que ver con el plan de partido y con las órdenes del banquillo: llevábamos tres años jugando a que no pase nada, y la exigencia, cuando te quedas esperando el fallo del rival, no es la misma que cuando vas a por él.

 

 

Y eso es lo que dijo Íñigo Vélez, después de finalizar en encuentro en Ibiza: que iría a por los rivales del mismo modo en casa, que fuera. Y yo le creí, porque llevo años haciendo un esfuerzo supino por creerme el discurso de otros, a pesar de estar viendo que éste no se correspondía con la realidad, y lo menos que merece «el nuevo» es un voto de confianza a su credibilidad. Y lo que hemos visto hasta ahora es, que tanto en el Colombino como en Ibiza, hemos terminado el encuentro en el área del rival, hemos intentado que se juegue en campo contrario y, sobre todo, hemos mantenido o tratado de mantener el mismo plan de partido, durante los noventa minutos. Es imposible dominar al otro todo el rato pero, cuando las distintas fases del encuentro las marca el propio encuentro, y no la necesidad de adaptarte al rival, es señal de que crees más en tu propio estilo, que en  jugar de un modo u otro, en base a quien tengas delante. Ahora ya no es el entrenador quien propone las distintas fases al partido, según quién sea el otro; es el partido, el que pone al entrenador en tu sitio.

 

Inmoumbría - Servicios Inmobiliarios

 

Por último y, como espectador, temí menos por el resultado que en otras ocasiones; las brillantes actuaciones individuales de algunos de los nuestros fueron en realidad la consecuencia del éxito como bloque, traducido en una mayor sensación de empaque, que transmitió a la grada más seguridad que otros días, cuando tocaba defender. Vamos, que no sufrimos. Y con lo llevamos pasado, y lo que aún nos queda por pasar, se agradece este pequeño oasis en mitad del desierto que llevamos años atravesando. Que no sea un espejismo.