LA CONTRACRÓNICA DE TOMÁS GARCÍA | «GLADIADORES EN AUGUSTA EMÉRITA»
La contracrónica de Tomás García tras el empate del Recreativo de Huelva frente al Mérida
¿Recuerdan ustedes aquel anuncio de donuts, en el que salía Miguel Bosé? «Uno sólo, uno con leche,… un cortado!»; pues ahora cambien la palabra donuts por penalti, y tiren del repertorio que se le está quedando al Recre: uno doble!, que es lo que le hacen a Sergio Díez en Mérida, ya que le pegan en la rodilla y en el tobillo. Por cierto, el famoso cantante terminaba aquel spot diciendo: «lo de siempre…» Y eso es lo que le pasó el domingo al decano del fútbol español, que se volvió a topar con un árbitro que no quiso pitar un pena máxima, a favor del Recreativo de Huelva. Y, créanme; habla mejor de él decir que no quiso, a decir que no lo vio, porque a esa distancia estaríamos hablando de alguien incapaz de ver tres en un burro, literalmente. De haber transformado el penalti birlado, el equipo habría sabido a estas alturas que, ganando al Alcoyano, habría amanecido el jueves en puestos de promoción; puntos que se quedarán para siempre guardados en un cajón, junto con el valor que le hizo falta al colegiado para pitar lo que vio. ¿Está bien ya, no? Mérida 0, Recreativo 0; un partido en el que, al contrario que otras veces, facturamos muchas cosas positivas, pero no los puntos.
Una amiga mía empieza siempre igual sus análisis: “el partido tiene dos partes claramente diferenciadas…”; durante los primeros cuarenta y cinco minutos, el Recre busca adelantarse en el marcador jugando, además de con el balón, con los nervios del rival: Abel Gómez plantea un partido largo esperando que, con el paso de los minutos, el creciente desasosiego del Mérida pueda hacernos el trabajo. La cosa iba de exponer poco arriba, pero de parecer invulnerables atrás, para haber encontrado, entre la desesperación de los locales, esa ocasión que hubiera valido los tres puntos. No sale bien porque resulta que, a pesar de su situación, el Mérida sale a hacer lo mismo y, entre los dos, firman un primer tiempo de esos que no quieres volver a ver repetido nunca más.
Pero, tras el descanso, hay órdenes nuevas desde el banquillo, y el Recre dispone sus piezas para ir a por la victoria, con descaro. Los nuestros toman la iniciativa y llegan a la portería rival con mucha facilidad, resultado de una capacidad de generar ocasiones que es la que aquí, un servidor, echa en falta cuando no se tira de ella. Por eso, la primera parte la entiendo, pero la segunda es la que me gusta: porque la apuesta es ambiciosa, y sólo la falta de acierto impide que el premio viaje con el equipo. Eso y «otras cosas», ya saben; lo de siempre, que decía Miguel Bosé. Y es que, el Mérida, ni puede frenar al Recre cuando finalmente se decide, ni crearle peligro antes, porque la pizarra la pierde nada más empezar: la inclusión de Iturraspe en el once altera nuestro dibujo y, con ello, también el suyo, que parece una respuesta sobre la marcha a una situación concreta pero que no tapa lo peor de este Mérida: la propuesta. Mucho antes de quedarse en inferioridad y, mientras que el Recre ya corría buscando la victoria, ellos ya andaban perdiendo tiempo. Puedo comprender el cabreo del aficionado, y la posición en la tabla de su equipo.
Sin los tres puntos, le mejor noticia es que los menos habituales aprobaron con nota. Había que rotar y tanto Gálvez como Iturraspe estuvieron muy bien. El segundo me ofrecía muchas dudas, y aún quiero verlo más; de momento,en el José Fouto me mandó callar realizando un encuentro, tácticamente perfecto. Abel le dio la lista de la compra y no se dejó nada en la tienda: ensanchó el campo, buscó espacios, fue participativo con balón o liberó a Luis Alcalde arriba, según tocara. Lástima esa que no pudo aprovechar el 8, esa otra que Juanpa le para a Caye, o la que casi mete Domínguez con más virtuosismo que fortuna, porque el equipo mereció ganar. Cada vez que veo 20 puntos en puesto de 22 me acuerdo de todas y cada una de esas jugadas; lo bueno, que podemos arreglarlo este mismo miércoles, si vencemos al Alcoyano. Debemos tener moral y, por qué no, robarle sus armas al enemigo.