«Alguien tenía que escribir esto»

(Fotos:RRSS)

En septiembre de 2015, el Recreativo IES La Orden anunciaba el fichaje de Telma Santos. Para no dar ninguna pista a sus rivales, el club sólo lo hizo público cuando los volantes ya casi volaban de un lado para otro, y fichar a la mejor jugadora de Portugal fue, en aquel momento, todo un golpe. Aunque, para golpes, los que a ella le quedaban por dar con la camiseta del Recre: entonces no lo sabíamos, pero comenzaba una historia de amor entre una deportista y unos colores, a la que ninguna retirada podrá poner fin.

 

Sí, Telma nos deja, y se lleva con ella un pedacito de nuestra historia, y un trocito de nuestro corazón. Son suyos por derecho propio, porque se los empezó a ganar desde el primer día que llegó a Huelva, y ahora los tiene en propiedad. Habiendo sido olímpica, campeona nacional y campeona de mil cosas más, quien aterriza aquí es, simplemente, Telma; una chica tímida y de no muchas palabras, pero que tiene mucho que decir con una raqueta en la mano. Al principio y, quienes no somos extrovertidos nos entendemos entre nosotros, el flamante fichaje del IES no se muestra como es porque todo es nuevo para ella, y trata de jugar lo mejor posible, y de pasar también lo más desapercibida posible.

 

Hasta que se da cuenta de donde está: en una verdadera familia que, maravillada por su generosidad, la convierte en una de ellos, para siempre. Y es aquí cuando empieza el idilio de la verdadera Telma Santos con su afición; la historia de la mujer que peleó en las pistas defendiendo a su club con el corazón, y que ofreció ese mismo corazón a cada niño y a cada persona vestida de azul y blanco, que se acercó a ella para pedirle cualquier cosa, ya fuera una firma o una sonrisa. No podía prometer que no llegaría el día de la despedida, como ha llegado. Pero sí que lucharía como una gladiadora, hasta ese día.

 

 

Y así ha sido. No hay temporada en la que Telma Santos no haya sido relevante, si no decisiva. Hace unos días, sin ir más lejos, nos regaló un partido antológico contra Bea Corrales que valió una liga; nos ha dado ligas hasta perdiendo. Y también ganando: el año pasado y , frente a la misma oponente, su victoria supuso otro título. Pero, si queréis que me quede con algo… me quedo con que no se fue, cuando bajaron el club a tercera división. Lo fácil habría sido marcharse, pero ya era demasiado tarde, porque ya formaba parte de esto. Se quedó, únicamente, por amor; ¿cómo no la vamos a querer?

Tuve el privilegio de poder entrevistarla en 2016, y me contestó a todo con una sonrisa; y digo a todo, porque a todo respondió sin el menor recelo, con la mayor sinceridad, y con una naturalidad que inundó por completo el Andrés Estrada, lugar en el que la grabamos. Fue también, ese escenario, el lugar en el que se enfrentó a Carolina Marín cuando la onubense nos visitó defendiendo la camiseta de Pitius; una vez más, Telma hacia gala de una llaneza asombrosa jugando contra quien estaba jugando, y trató de disfrutar del momento, en un partido que brilló por el absoluto respeto al deporte de ambas jugadoras. Una lo dio todo por ganar, teniéndolo como lo tenía, y la otra dio muestras como visitante del mismo respeto hacia un público que, al fin y al cabo, también era el suyo.

También he visto a Telma ser campeona del mundo, y también en Huelva; ¿dónde iba a ser si no, si la historia de la jugadora portuguesa con esta tierra, parece sacada de un cuento? Aquel día y, contra Dobreva, recuerdo pasarlo mal (y mira que ella lo hizo fácil) porque la que estaba en la pista era una de las nuestras. Ganó esa final, ganó otras muchas con el IES, y ahora forma ya parte de la leyenda. Gracias por tu muñeca, gracias por tu sencillez, y gracias por esa expresión en tu rostro, jugando contra Bea Corrales, y que yo nunca había visto. Te estuviste reservando cosas únicas para tu equipo, hasta el último día y, por eso, ese cuento del que parece sacada tu historia con esta tierra, no podía acabar mal.

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