REFLEXIONES DE TODA UNA TEMPORADA, JUGADA A UN SÓLO PARTIDO

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La temporada de todo un equipo con Abel Gómez como maestro de ceremonias

 

 Justo antes de comenzar el partido, tuve un pensamiento. En caso de lograr el ascenso, muchísima gente diría que Abel ha alcanzado el objetivo para el que se le contrató, que ha sabido estar por encima de todo para lograrlo y, que quien hubiera preferido ver «juego bonito», tenía la posibilidad de ponerse un video de la selección de Brasil de 1970. Pero, en caso contrario, muchísima gente habría sentenciado que era el inevitable final de un equipo que no juega a nada, y que un plan tan simple como poco ganador estaba condenado a fallar, aunque fuera en el último instante. Es decir, en muchos casos, la misma gente. El fútbol está hecho de emociones que son cambiantes y, justo antes de las ocho de la tarde, hice mi valoración del entrenador porque no podía permitir que ésta dependiera de noventa minutos, aunque fueran “esos” noventa minutos.

 

Así que, mirando atrás, llegué a la conclusión de que lo primero era agradecerle la dedicación y el compromiso que ha tenido todo el año, y que llegó a ponerse en duda; la suya y la de los jugadores, y eso es algo que este humilde aficionado ha combatido en cada campo en el que he podido hacerlo. No faltaba intensidad en los balones divididos, ni era ese el motivo por el que no se ganaban partidos; esos balones se perdían porque en esos partidos ya había algo que estaba perdiendo antes que eso, y no ganar los cruces no era la causa, sino la consecuencia de que algo no iba bien. Y, tanto jugadores como entrenador, han disputado partidos en el verde pero también fuera de él, con todo lo que se les venía encima después del pitido final del árbitro. Por eso, antes del último pitido inicial de la temporada y, viendo que estábamos en disposición de ascender, me sentí agradecido. Es lo mínimo que yo les pedía.

 

 

No quiero con esto mover una sola coma respecto a otras cosas. Abel ha tenido que adaptarse a jugadores que no había pedido, a la marcha de otros que sí quería y a muchas lesiones y, aún así, ha llegado a la meta. Pero eso no justifica que, en muchos encuentros y momentos, tuviera que jugar «de ese modo»; creo con humildad que jugar a no jugar no es el único modo de hacerlo o al menos no lo es siempre, y el míster se cerró a eso como si no hubiese nada más, volviéndose más y más conservador con el paso de las jornadas. En quince o veinte minutos frente al Yeclano, aquel «primer día» pude ver que quería jugar a otra cosa y, que a pesar de tener muchos «llegadores» y pocos «creadores», lo intentó. Pero, cuando cree tener «algo», le cambian el equipo y tiene que hacer frente al bajón de Arjona, el único con fútbol como para hacer funcionar la sala de máquinas. Y, como si definitivamente se rindiera, opta por fortalecer un catenaccio a la onubense, que al principio casi nos mata de aburrimiento, y más tarde de un infarto.

 

Comentaba en mi previa que, esta vez, al Recre no le iba a dar para pasar esta eliminatoria saliendo a “verlas venir”. Ellos marcan en el minuto 6 y, tapando nuestra ya de por sí escasa salida de balón, se aseguran así tenerlo y disfrutar así de posesiones muy cerquita de Rubén Gálvez; pudieron acabar con todo esto en la primera parte… Había que cambiar algo en la segunda, y se hizo: Javi Ajenjo, el otro (ya ex) futbolista del Recre capaz de hacer jugar a todos los demás se sitúa por detrás de la pelota y no por delante, lugar en el que por buscar un chispazo se le estaba escapando todo el potencial. Si a esto sumamos la entrada de Heras, con una marcha más que el resto, y la de Peter, se entiende el cambio de escenario. El nigeriano dejó para el último día lo mejor de sí mismo y, entendiéndose con Ajenjo al primer toque, le rompe las líneas y también todos los esquemas al Cacereño, que se ve obligado a dar un paso atrás. El Recre conseguía, al fin, meter miedo al rival y no a nosotros y, con más campo y más balón, presiona con fervor hasta conseguir un empate que se hace de rogar pero que se ve venir. A Peter no le ha venido grande la categoría, sino el propio Peter; y fue el propio Peter quien puso las cosas en su sitio, cuando llegó la hora de la verdad.

 

¿Qué va a pasar con todos ellos? Los acontecimientos se van a suceder, a partir de ahora, a una velocidad de vértigo, y reflexiones como ésta no tendrán más tiempo de validez que unas horas o unos minutos; el tiempo en que se produzcan cambios, nombramientos e incorporaciones, un día sí y otro también. Y si no he sido minucioso con Abel y se lo he “pasado” todo por salirse con la suya, no debo serlo tampoco con Dani Alejo: no se puede planificar peor una temporada, con dos plantillas en un mismo año, repletas de futbolistas que no han aportado, y con cuatro meses que casi nadie tuvo para prepararlo todo (el Antequera confeccionó su equipo en quince días); pero lo ha vuelto a hacer, y en dos temporadas nos ha dado dos ascensos, por lo que también se ha ganado continuar. Otra cosa es que ellos quieran hacerlo, porque no tengo claro que Abel se quiera quedar en un lugar en el que no recibe cariño ni marchando segundo, o que quiera hacerlo Alejo sabiendo que, a partir de ahora, ya no será lo que mire, traiga o firme él, sin que alguien le de el visto bueno. Me ha gustado, por cierto, la rueda de prensa de Jesús Vázquez; objetivo claro, organigrama reducido, y con las competencias muy bien definidas. Con esta afición, el salto al fútbol profesional se producirá antes o después, porque las cosas tienden a caminar hacia su sitio natural, y la Segunda llama al Recre tanto como el Recre llama a la Segunda; pero antes, hay que asegurarse de no dar, sobre todo el primer año, el paso atrás.

 

 

Y otra cuestión es que el club se los quiera quedar porque, cuando llegan nuevos gestores, éstos no quieren que sus proyectos se vean salpicados por errores de quienes ya estaban antes que ellos; antes que eso, es más fácil “defender” tu propio fracaso o justificar una salida por injusta que parezca, que escuchar que has llegado para no cambiar nada. Estas cosas a veces tardan: se deja trabajar a quien sea pero, a la mínima que algo no va bien, se emite un comunicado diciendo que “por diferencias irreconciliables y agradeciendo su dedicación y esfuerzo, el club ha considerado que en la situación actual…” Bueno, eso.

 

Y otra cosa es lo que piense ya cada uno. Yo sé que Abel es un buen técnico, pero tengo mis dudas sobre si debe continuar, porque a pesar de su lealtad hacia todo y todos no ha hecho demasiados amigos, y si las cosas no marchan bien se quedará solo. Más solo aún. Y, además de para él, si los planes no salen como quería Hannibal Smith, una especie de crónica de un desencuentro anunciado no beneficiaría en nada al Recre. Todos tenemos jugadores y entrenadores en la cabeza (yo también), pero si se quedan se lo han ganado.

 

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