PORTADA-EL-CRUJINAZO

En Sportshuelva abrimos una nueva etapa de artículos de opinión con Pablo Guerrero. Sus opiniones, inquietudes y pensamientos sobre el devenir del Decano de nuestro fútbol nacional


Foto: Alejandro Almendros

 

 

 No os asustéis, no voy a aburriros soltando una chapa sobre Heisenberg y el principio clave de la mecánica cuántica, más que nada porque entiendo de ello lo mismo que la dirección deportiva de nuestro Decano de hacer plantillas compensadas. Este artículo pretende ser una reflexión acerca de cómo veo el futuro inmediato del Recre, un futuro que –en lo institucional y dejando a un lado lo deportivo- se presenta con enorme angustia para los que queremos a “El Abuelo”.

 

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“Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe”. Con este ejemplo tan certero y gráfico definió el gran Alfred Hitchcock el término cinematográfico que lo elevó a la categoría de maestro del suspense. Si hacemos un símil con la situación actual del Recre, producto de lo que llevamos soportado en un pasado no muy lejano, el Decano –a diferencia del señor en cuestión- nunca vivió en la inopia, en todo momento supo de la existencia de una bomba, pero creyó que los artificieros –sus abnegados seguidores- la habían desactivado. Nada más lejos de la realidad. Como en toda buena historia de suspense, el villano contaba con un as en la manga, un segundo artefacto de acción tardía que los eficientes TEDAX albiazules no habían advertido dada la precariedad de los medios con los que contaban. Poco margen de actuación nos queda a los recreativistas. Con las herramientas con las que contamos los técnicos desaconsejan manipular el aparatejo, como cuando aparece lustros después un proyectil de la guerra civil enterrado en la playa.

 

¿Y ahora qué? Pues ahora más incertidumbre y bastante pavor. El viejo Recre se encuentra a merced de quien tanto daño le ha hecho, un pésimo gestor con ínfulas de milloneti solvente pero más tieso que la mojama. Un tipo que rezuma a partes iguales mala praxis como dirigente y una toxicidad en lo humano sólo comparable a la del gas Sarín. Habitualmente estamos acostumbrados a que apremien los tiempos propios del fútbol antes que los de la gobernanza de los clubes, este caso es diametralmente opuesto y es el calendario de pago el que azuza al Recreativo, unos compromisos que esta vez han de ser satisfechos por quien ya estuvo a punto de matar de inanición a “El Abuelo”.

 

 

A la vista está que la realidad no es como los lemas pastelosos escritos en las tazas de Mr. Wonderful, a la gente buena no siempre le pasan cosas buenas y viceversa tampoco, es por ello que el personaje infame en cuestión, que tiene tanta buena suerte como mal fondo y gran agenda de contactos, tiene la sartén por el mango. El sentido común nos invitaría a pensar que, ante la oportunidad de coger un salvavidas en forma de grupo anónimo interesado en adquirir el paquete mayoritario de acciones -además de hacerse cargo de los cercanos e ineludibles pagos pendientes-, aceptar es la opción más lógica, lo que ocurre es que el sujeto del que hablamos se mueve mediante otros códigos, su cabeza es indescifrable y tampoco es que sea plato de gusto ponerse en los zapatos de un tipo tan nocivo, no vaya a ser que se nos pegue algo.

 

Sobre el grupo todavía anónimo que aspira a hacerse con el control del Decano –queramos o no nuestro clavo ardiendo- ya tendremos tiempo de hablar, por el momento su composición no deja de ser un conjunto de rumores de calle, lo que sí tengo claro es que si se cierra el tan ansiado traspaso de poder entre el malvado de esta película de suspense y dicho grupo, nuestra afición permanecerá ahí con toda la capacidad de maniobra de que disponga, escrutando cada uno de los movimientos y juzgando en base a las circunstancias, las expectativas generadas y, sobre todo, del trabajo realizado. Ese será otro pasaje en la larga historia de nuestro Recre, una historia que tal y como se decía en el famoso programa televisivo, deberá reposar para ser contada.