La navaja de Ockham

(Foto: Sportshuelva.com / Javier Del Camps)
Mayo es el mes de las Comuniones, de las Cruces o de las romerías, pero también es la época en la que los clubes de fútbol comienzan a repartir sus calificaciones finales. En el caso del Decano la evaluación definitiva –a falta de estampar el sello en el boletín- nos ha traído un muy merecido y previsible descenso.
Cuando un club de fútbol no cumple con los objetivos deportivos marcados y, sobre todo, cuando baja de categoría, se leen y escuchan tópicos de forma recurrente: “los jugadores no corren”, “no merecen esta camiseta”, “les falta intensidad”; así como todo tipo de rumores raramente confirmados acerca de las correrías nocturnas de los futbolistas. Soy de los que piensa que cuando un argumento es utilizado constantemente obviando todo tipo de condicionantes, es un razonamiento falto de enjundia convirtiéndose en un mecanismo de autoengaño ante tanta frustración.
El principio de la navaja de Ockham viene a decirnos que la solución más sencilla suele ser la más probable, pero hemos de dejar claro que cuando hablamos de sencillez no nos referimos a simplismo. El descenso del Recre no es más que la crónica de una muerte anunciada, una concatenación de malas medidas cuya consecuencia final estaba escrita desde hace bastante tiempo y que muchos nos resistimos a asumir por aquello de que “mientras hay vida, hay esperanza”.
En los últimos días he tenido la oportunidad de repasar acontecimientos y he llegado a la conclusión de que el germen del descenso está en la pasada temporada, existían fuertes inputs pero la tranquilidad clasificatoria unida a los graves problemas institucionales acabaron por anestesiarnos. Cuesta encontrar a un sólo equipo que en mitad de un crecimiento deportivo –en el caso del Recreativo veníamos de un doble ascenso- opte por una enmienda a la totalidad y queme todo lo anterior, prescindiendo de lo que pudiera valer y empezando casi desde cero. Lo que por otros lares podría verse simplemente como una frivolidad y un ataque de vanidad, aquí se torna en temeridad y carencia de responsabilidad si atendemos a los anteriormente mencionados problemas institucionales que atravesaba y atraviesa la entidad.
El proyecto deportivo del consejo presidido por Jesús Vázquez y la dirección deportiva encabezada por Óscar Arias, ha sido nefasto y negligente. La excusa de la incertidumbre no es válida, ya que entraron con la idea preconcebida de asolar con todo lo que oliese al Recre anterior a ellos. Existió premeditación y el agravante de que desde el Ayuntamiento, a pesar de la revocación de la expropiación, siempre se dijo que se iba a seguir planificando desde el área deportiva con total naturalidad.
En mi opinión, las opciones de entrar en play-offs el año pasado se esfumaron porque teníamos una plantilla corta y descompensada, una rotación de apenas 14-15 jugadores que acabaron físicamente reventados. Para colmo llegaron futbolistas en el mercado invernal pero no para las posiciones que necesitábamos reforzar.
En la presente temporada se rizó el rizo, lejos de aprender de los errores de ese pasado más reciente, se optó por acabar con cualquier atisbo del Recre anterior y se prescindió de piezas claves que fueron sustituidas por verdaderas medianías. La confección del Recreativo 24-25 escapa de cualquier lógica: fichas seniors utilizadas discrecionalmente, una defensa corta y plagada de veteranos y noveles, falta de la figura del creador de juego, unas bandas de cristal de bohemia y una delantera floja y con más incógnitas que certezas positivas. Prefiero no hablar de temas que verdaderamente me enervan como las relaciones recurrentes con determinados representantes que encasquetan sin rubor jugadores de medio pelo que van a pasar inéditos por el Decano, tipos que recuerdan al célebre Carlos Kaiser, también conocido como “el impostor”, por encadenar equipos profesionales sin llegar a debutar en ninguno aduciendo inexistentes lesiones.
Sea como fuere, el año que viene -y siempre y cuando todo se enderece en los despachos-, “El Abuelo” jugará en 2ªRFEF, una categoría en la que no cabe otra que partir con el ineludible objetivo del ascenso, un ascenso que no será nada fácil y para el que habrá que trabajar duro y con sentido común desde todas las áreas del club.
Ahora que vuelve a estar tan de moda la tan cacareada exigencia, creo que es el momento de ser exigentes con los que tienen la misión de hacer un equipo comprometido y competitivo, de este modo no tendremos que volver a leer o escuchar el próximo mayo los mismos topicazos que este año y no se utilizará la palabra exigencia tan a la ligera para reclamarla al eslabón más débil.