La historia (in)terminable

(Foto: Vozpopuli)
Parece que hoy se escribirá, al fin, el capítulo final del interminable culebrón protagonizado por Pablo Comas y su relación con el Recreativo de Huelva. Han sido más de diez años de inestabilidad, de mucho ruido y sombras que hoy podrían comenzar a disiparse. La firma ante notario de su desvinculación definitiva marca un antes y un después. Y conviene detenerse en este instante: no tanto para rememorar agravios, sino para pensar en el porvenir.
Porque, más allá de este epílogo, lo verdaderamente importante es el futuro. La nueva propiedad, por primera vez liberada de un lastre tan incómodo, afronta el reto de construir una nueva realidad distinta. Ya anticiparon que esta semana llegarían novedades, y así ha sido: la incorporación de Roberto Ríos, hijo del mítico Eusebio Ríos —el entrenador del primer ascenso albiazul a Primera—, inaugura el proyecto deportivo. Un gesto que, al menos, ha reactivado cierta ilusión. Y es que, tras el cierre de esta etapa, los nuevos gestores podrían sentirse también más legitimados para hablar, dar la cara y romper con el silencio que tanto ha alimentado la desconfianza de una afición cansada de esperar
No sabemos si el tiempo ha puesto a cada protagonista en su lugar. Quizá sea una cuestión prematura. No entraré a juzgar ni las formas ni el fondo del mensaje de despedida de Comas. Él, incluso al irse, busca protagonismo, lanzando, con motivo o no, mensajes cargados de tono y destinatario. Lo relevante, sin embargo, es que el Recreativo ya puede mirar hacia adelante sin la sombra de quien, durante años, de manera directa o indirecta, convirtió al club más antiguo de España en un barco a la deriva, poniendo en jaque incluso la estabilidad institucional de la entidad.
El presente, no obstante, sigue siendo frágil. El reciente descenso a Segunda Federación, el período de adaptación de la nueva propiedad y aspectos fundamentales aún por esclarecer configuran el tablero de juego. Sin embargo, la lección es clara: no hay futuro sin memoria. Aprender de los errores del pasado reciente deben ser el faro que guíe esta nueva travesía. Será imprescindible mantenerse vigilantes, evitar caer en relatos embellecidos y exigir que las promesas se traduzcan en hechos.
Porque hoy se cierra un libro con más tachaduras que capítulos memorables. Y comienza –o debería comenzar– una etapa distinta, en la que no basta con proclamar intenciones. Habrá que demostrarlo. Sentido común, transparencia y compromiso real deben ser las señas de identidad del nuevo proyecto.
Aún es pronto para emitir juicios definitivos, pero la temporada que se avecina no será una más: marcará el comienzo de un Recreativo que deberá asumir de nuevo el rol de Goliat en una categoría donde los David estarán listos para lanzar la piedra capaz de derribar al gigante. Once temporadas –y las que restan– fuera del fútbol profesional suponen un pesado lastre. El primer objetivo será encontrar la hoja de ruta adecuada que guíe hacia el camino correcto. El punto de partida está claro. Ahora corresponde edificar el futuro. Solo el tiempo, como siempre, dictará sentencia.