¿Ha vuelto el amor?
La contracrónica del Recre-Antoniano de Tomás García
Verde esperanza

La mejor crónica del partido la tienen ustedes en la valoración que Arzu, al inicio de la rueda de prensa, hace del mismo; lo bueno y lo malo, «la Biblia». En mi humilde opinión, lo demás son opiniones (valga la redundancia y no será única), y al igual que en los asuntos del corazón, el corazón y la cabeza deben ir en la misma dirección, en las cosas del fútbol, lo que se dice en sala de prensa y el fútbol deben ir de la mano. De lo contrario, surge la desconfianza que conduce al desamor y que lleva a la ruptura entre técnico y afición; pero yo, que estoy viviendo una nueva ilusión, apuesto ciegamente a que el Recre va a salir a ganar en Melilla, porque confío en «la otra persona». De lo contrario, prometo arrancar una hoja de este diario, hacer una bola y tragármela ayudado de un vaso con alguna bebida, para volver a olvidar. Recre 2, Antoniano 0; un punto de inflexión en una relación que amenazaba con estar terminada.

Cada año por estas fechas, un gran amigo y yo nos reunimos para tomar algo y celebrar el sagrado rito de «lo mejor y lo peor del año»; de este partido, ¿por qué no? En cuanto a lo peor y, aunque ahora sí hay continuidad en el juego, en algunos momentos al Recre le falta ritmo. Los equipos que vienen a hacer lo que el Antoniano (aunque su entrenador diga que no) defienden con más facilidad cuanto más lento es el juego; además, si no dotas de mucha intensidad a tus acciones y, aunque tengas el balón, corres el riesgo de desconectarte. Es lo que ha pasado en la segunda parte cuando el equipo, agotado de tantas «finales» en tan pocos días, ha permitido al rival abarcar más campo. Más que perder la posesión porque ellos se van un poco arriba, el Antoniano se suelta porque nosotros dejamos de tener continuidad en nuestro juego; ellos sólo cambian «algo» de verdad cuando encajan el primer gol.
La famosa toma de decisiones nos sigue penalizando. Llegamos muchas veces, pero sólo en algunas de ellas creamos verdadero peligro porque, o nos falta dar el último pase, o nos sobra un regate, o tardamos una hora y media en soltar la bola. Tal vez, en esos metros finales aún nos pesa poder fallar. Si es eso, y como la mente también se entrena, mejorará cuando vaya mejorando todo.
En cuanto a lo mejor, ya he dicho que sí veo continuidad en el juego; ahora los partidos son los de un «equipo normal», con sus fases y sus altibajos, pero con una línea de actuación que se corresponde a un plan de juego, y que se perpetúa durante muchos minutos en el campo. En relación a esto y, al igual que el día del UCAM, la mayor parte del tiempo ha pasado lo que el Recre quería que pasara, y ese es siempre el camino más corto para alcanzar la victoria. Y en esto tiene mucho que ver que Arzu está sabiendo sacar el fútbol que llevaba dentro más de uno, y que no habíamos visto: a Mena le ha dado más libertad, y a Da Costa más confianza, porque ahora que tiene minutos reconozco al futbolista que me encantó en pretemporada. Y no lo digo por los goles, sino por la frescura. Y podría decir lo mismo de Arcos, a quien he echado de menos.

También me ha gustado que Bernal sea titular, porque no es futbolista de esta categoría y marca diferencias. Hoy lo han cambiado en el dibujo por Mena porque no tiene el físico del 8, quien se puede permitir jugar por más sitios durante más minutos, pero sí veneno en las botas: Arzu ha querido sacar provecho, durante el mayor tiempo posible y ahí arriba, de quien toma las mejores decisiones; además, sabe ejecutarlas.
Ha saltado de nuevo la chispa. El Recre y su gente se miraban hace pocos días de reojo y, después de este fin de semana, hacen ojitos. Y eso es porque no pueden estar el uno sin el otro, y en cuanto una parte da un poquito, la otra responde. Y eso es lo que nunca quiso entender nuestro ex, quien con su discurso en la sala de prensa ya ponía trabas a la magia a la que aspira siempre este amor, entre el Recre y los suyos. Y nada mejor que un viajito para pasar tiempo juntos y recuperar el tiempo perdido; concretamente a Melilla, antesala de pasar unas fiestas felices y como Dios manda.

