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Nuevo artículo de opinión de nuestro compañero Pablo Guerrero. El sentimiento recreativista a juicio

Gildoy España vende sus acciones a un nuevo grupo inversor


 

   Hace un tiempo un programa radiofónico puso en marcha un concurso con tintes de experimento. La premisa era bien clara: la persona capaz de sellar un boleto de la quiniela sin ningún acierto ganaría un premio de un millón de pesetas. Dicho así, a bote pronto, bien podría parecer una empresa sencilla, pero cualquiera que haya participado alguna vez en dicho juego conoce que toda combinación ganadora acaba siendo una mezcla entre resultados cantados y facilones y otros tan inesperados como el final de El sexto sentido.

 

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La jornada disputada el 10 de enero de 1993 es reconocida como aquella con el boleto más difícil en la historia del juego, todos los signos acabaron siendo variantes. En aquella ocasión no apareció ningún acertante de primera y segunda categoría que hubiese cruceado las nueve “equis” y los seis “doses” merecedores de las mayores sumas de dinero.

 

Las dos anécdotas expuestas bien pudieran ejemplificar lo complicado que resulta pronosticar cualquier dato relacionado con el GRUPO II de la 1ª RFEF en la vigente temporada. Creo que la inmensa mayoría de nosotros coincidimos en que el nivel general es paupérrimo y esto acentúa más si cabe la fundada percepción de que acertar cualquier tipo de vaticinio es una quimera, valgan como ejemplos la diferencia de puntos del Antequera entre ambas vueltas de la competición o el hecho de que se den resultados tan extraños como la derrota del líder Ibiza en su estadio frente al colista Intercity. Si a todo lo dicho sumamos el recuerdo de lo que fue este mismo grupo la pasada temporada, los lagrimones nos salen como puños y bien podríamos exclamar aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

 

Nuestro Decano no es ajeno al nivelito del grupo, tampoco se puede decir que se haya dejado llevar y contagiado por la ramplonería general, el Recre de la 24/25 venía ya con fallos de serie y no hay garantía que te cubra a 135 años. Podemos concluir que “El Abuelo” es de los pocos equipos que se mantienen estables, pero estables en su mediocridad.

 

 

Personalmente he de decir que la intranquilidad se ha tornado en temor, uno puede asumir –entiéndaseme el término- ciertos malos resultados, lo que cuesta encajar son las nefastas sensaciones que nos viene dejando el equipo últimamente de manera más señalada. Percibo una muy preocupante involución dentro de la ya de por sí mencionada mediocridad, si bien toda la temporada hemos estado en el pelotón de los torpes, pasamos de dar la cara en el Nuevo Colombino y ser un pésimo visitante, a hacer –en líneas generales- menos daño que una metralleta de mimbre.

 

A pesar de todo lo comentado, no sé si por amor al Decano, por tratar de autoconvencerme o tal vez por esa imprevisibilidad del grupo, me ocurre algo parecido a lo que dijo John Benjamin Toshack en una de sus intervenciones más conocidas. El galés –cuestionado por las alineaciones siendo entrenador del Real Madrid- espetó un castizo “el domingo me cargaría a todos los jugadores. El martes, sólo a ocho. El jueves creo que los culpables son sólo dos o tres. Al final acaban jugando los mismo once cab… de siempre”. En mi caso, tras los últimos partidos, termino con una mezcla de saturación y tristeza que me hace arrojar la toalla de la salvación y darlo todo por perdido. El lunes no se marcha esa mala sensación, pero empiezo a mirar los últimos resultados de nuestros rivales y la clasificación con otra cara. Cuando llega el miércoles ya me he creído a pies juntillas que si nuestros rivales nos siguen dejando con vida, siendo este Recre tan limitado, es que la salvación está “pa nosotros” y que la vamos a lograr contra todo pronóstico. Supongo que es el inevitable ciclo del recreativismo.