EN QUÉ HA CAMBIADO EL RECRE

Las claves de la mejoría del recre
(Foto: Sportshuelva.com / Fran Vázquez)
Bueno, el primer cambio tiene que ver con tres victorias consecutivas, después de una serie de resultados que llegaron a hacer temblar los cimientos de todo el proyecto. Pero, quedarse «sólo» con los nueve puntos sería tan simplista como creer que estos tienen que ver con la situación en la tabla de los tres rivales; esto no sólo merece un análisis más profundo, sino que además sería del todo injusto: cuando no jugábamos a nada, lo que menos me importaba era el nombre del otro equipo, porque veía que nuestras carencias y nuestros defectos marcaban el camino a todo lo que pudiera acontecer después en el partido. Por eso, la mejoría que está experimentando el Recre no tiene que ver con quien ha tenido enfrente, sino con el propio Recre; ya habíamos ganado con anterioridad dos partidos, y nos habíamos quedado «igual», en el mejor de los casos. Mientras se gana todo va bien, pero, cuando se deja de hacerlo, es cuando miramos atrás para ver cómo lo hicimos.
Para mí, la palabra clave siempre ha sido empaque, un concepto que no es del todo fácil moldear, para adaptarlo al argot del deporte rey; dícese de la sensación de solidez que presenta un equipo, cuyos futbolistas parecen moverse en bloque como si fueran uno sólo, especialmente cuando no tienen el balón. No había visto nada de esto hasta el día de Granada, y no es casualidad; el propio entrenador del Cartagena B admitía que sus jugadores no fueron capaces de encontrar algún hueco por el que «meterle mano» al Recre, y esto es mérito nuestro, porque hasta dos jornadas antes todos los demás se habían paseado por nuestras líneas como Pedro por su casa. Así que lo primero que ha cambiado, y era lo primero que tenía que cambiar, es que ahora el Recre defiende mucho mejor, y todo se construye a partir de hacer creer al rival, que no va a poder pasar. Cuando el equipo bascula, las líneas se mantienen juntas y, cuando se transita rápido para defender, llegan las ayudas porque todo el mundo sabe dónde tiene que estar. Y llegan, “a tiempo”; cuando estás mal plantado en el campo, el rival suele ganarte los balones divididos y es fácil confundir falta de colocación con falta de intensidad. No es que antes no hicieran lo posible por llegar; es que partían de donde no era. Y puede parecer algo fácil, pero era algo que «daba bocados» ante nuestros ojos.
Con balón, al fin se nos reconoce. El día del Yeclano el equipo dibujó un esbozo de lo que quería hacer; fue breve que no dos veces bueno, porque la idea despareció y, al menos yo, no volví a verla hasta la semana pasada. Lo demás habían sido «intentos» fallidos y condenados al fracaso” porque la sala de máquinas no funcionaba. Nunca tuve dudas de esta plantilla, creo que no está del todo equilibrada, pero que va sobrada para pelear arriba; sin embargo, soy de los que dudaba seriamente de la reconducción de la situación, porque veía al equipo con un problema de fútbol y no psicológico, siendo la cuestión mental un agravante más de fondo, que sólo iba engordando la bola de nieve. Los tiros no iban por el nivel de los futbolistas (bueno, los tiros de Adri Arjona no cuentan), sino por el perfil de éstos, y la dificultad de interiorizar un modo de jugar que, en muchos casos, les está costando asumir por sus características.
El año pasado no hizo falta ser diferencial para ganar la mayoría de los partidos, pero cuando hubo que serlo, dos tipos marcaron la diferencia: Adriá Arjona y Víctor Barroso. Ellos eran los únicos con «fútbol» para ver líneas de pase, ejecutar estos con precisión y, en definitiva, aprovechar con su calidad los pocos espacios que dejaban aquellos equipos “de Dios». Esta temporada y, después de un millón de meses para planificar el grupo, sólo teníamos a Arjona. Y digo teníamos porque al fin parece haber despertado Jordi Ortega, el otro nombre crucial para que el Recre sea dominador con balón, y pueda llevar el peso de los partidos. Entre los dos sí pueden. En su caso particular, sí creo que se ha sentido atenazado y que por eso no le salían las cosas, y no al revés, y si no me equivoco con él, cuanto más «se atreva» y más mire hacia adelante más relevante será en la personalidad que Abel Gómez quiere que adquiera su equipo.
Otro nombre propio es el de Iago, con el que hemos conseguido algo también muy de manual, pero que ha costado: sorprender, llegando tanto por dentro como por banda. El catalán se ofrece a jugar en posiciones de interior, realiza conducciones, y su nivel le permite asociarse de forma combinativa; pero en el dibujo aparece como media punta por la derecha y, actuando como (falso) extremo derecho, el Granada, por ejemplo, no le supo defender. Frente al Cartagena B (siempre pongo los mismos ejemplos, porque del Poli hacia atrás no he sido capaz de ver nada) se movió por todas partes y Juanjo, que abarca mucho campo, le «rebañaba» los espacios. Mientras tanto y, por la otra banda, Galán y Josiel (vaya partido del panameño) cubrían las subidas de Fran Ávila y el Recre fue algo «asimétrico»: se atacó mucho más el lado de Luis Castillo, quien, a pesar de ser un jugador con tablas, no es lateral derecho. A pesar de ello y, con sinceridad, lo hizo bien; lo que tenía que defender se llama Peter.
Lo más importante de todo es, que esto no ha terminado. «El peligro» no ha pasado. Si el Recreativo llega a «fallar» frente al conjunto de Pepe Aguilar (algo que podría haber pasado porque esto es fútbol), se habría vuelto todo a venir abajo, y lo conseguido en las dos jornadas anteriores no habría servido para nada. Al menos, para el aficionado, y ya hemos visto de qué modo termina afectando al grupo. A mí me recuerda esto a ese momento en la playa, en el que estamos construyendo en la orilla un muro de arena para que el agua no pase, mientras va subiendo la marea. Llega un punto en el que el muro es lo más alto posible, y en el que parece que ya no hay olas que lo puedan derribar pero, de pronto, llega una que lo borra del mapa. Pues ahí estamos, y ahí estaremos hasta que el equipo se asiente en una dinámica positiva con la que vuelva a tener chance de fallar, y no con ello perder la confianza; sobre todo, la autoconfianza, que ahora empiezan a tener. El siguiente paso es ganar a un equipo como el Mar Menor, tan diferente, tan rocoso, y si es posible hacerlo con tu firma, aunque estoy seguro de que el entrenador cambiará “algunas cosas” por las particularidades del rival. Y este encuentro también es una “final”, porque si el Recre no sale bien parado, lo primero que se nos vendrá a la cabeza será que el conjunto murciano “no es” ni el Cartagena B, ni el Granada, ni el Poli, y eso es algo que podría llegar a ser tan injusto, como cierto.