El aval de Manolo Santana, el último gesto que visibiliza las estructuras del fútbol no profesional en España

Manolo Santana (Foto: Carlos Fernández)

El exdirector deportivo analiza en una entrevista exclusiva para SportsHuelva la fragilidad de las estructuras que sustentan el fútbol no profesional en España, tras anunciar su adiós definitivo al San Roque de Lepe


 

Manolo Santana, durante un momento de la entrevista. / Foto: Carlos Fernández (SportsHuelva)

 

El fútbol de barro, ese que apenas asoma en las televisiones y sobrevive entre sombras y números rojos, también tiene a sus protagonistas. Son jugadores que se calzan las botas cada fin de semana tras jornadas laborales agotadoras, que corren del trabajo al entrenamiento y que sostienen el deporte por pura pasión. Pero detrás del telón, hay otros actores. Silenciosos, invisibles, esenciales. Visten de calle, se sientan en despachos humildes y cargan con el peso del club cuando nadie más lo hace. Incluso cuando las críticas arrecian.

 

Uno de ellos es Manolo Santana, exdirector deportivo del San Roque de Lepe, que ha firmado su salida del club con un acto que resume toda una trayectoria de compromiso al frente de la entidad aurinegra. Su último deber, poner un aval personal superior a 66 mil euros para garantizar la inscripción del equipo en Tercera Federación. “La mejor noticia de cada pretemporada es la satisfacción de saber que vas a poder seguir compitiendo un año más”, nos indica, en una entrevista exclusiva a SportsHuelva.

 

Tras casi dos décadas vinculado al San Roque, y con su marcha anunciada desde hace meses, Santana mantuvo su implicación hasta el último día. Literalmente. Su firma fue la última condición para que el San Roque pudiera formalizar su inscripción ante la Real Federación Española de Fútbol. Sin ella, el club no podría iniciar la temporada 2025/26 en la quinta categoría del fútbol español.

 

Ese gesto volvió a poner de relieve la fragilidad estructural del fútbol modesto, donde cada verano muchos clubes sortean un laberinto burocrático y financiero para, simplemente, seguir existiendo. La inscripción federativa exige garantías económicas que muchas entidades no pueden asumir sin ayuda externa. Y, en demasiadas ocasiones, esa ayuda llega desde dentro.

 

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Un testigo difícil de recoger

Avalar al club, más allá del riesgo económico y legal, ha sido el último acto de servicio de una figura que ya forma parte de las más representativas de la historia del club. Una trayectoria marcada por la lealtad, aunque no exenta de episodios de tensión derivados de situaciones deportivas complejas. Todo ello, enmarcado en un contexto cada vez más asfixiante, donde los costes no dejan de crecer y las vías de ingreso son cada vez más escasas, ahogando a los clubes que dependen del aliento de su gente para seguir adelante.

 

El vínculo de Santana con el San Roque va mucho más allá de este último capítulo. Suyo fue también el impulso que llevó al club a convertirse en Sociedad Anónima Deportiva en 2010, una decisión valiente, respaldada por los socios, y que, con el tiempo, permitió al equipo competir con mayor solvencia frente a entidades con estructuras mucho más potentes. “A pesar de los riesgos, valió la pena”, afirma hoy.

 

Aquella transición fue clave para consolidar al San Roque como una referencia del fútbol onubense durante varios años, llegando incluso a destronar al Recreativo de Huelva como mejor equipo de la provincia en la temporada 2021/22. Un hito que se fraguó durante años, cuyo punto álgido se alcanzó en la campaña 2010/11, justo un año después de convertirse en SAD, cuando el equipo finalizó quinto en Segunda División B, quedándose a las puertas del play-off de ascenso a Segunda División, al que solo accedían los cuatro primeros clasificados de cada grupo.

 

Manolo Santana, durante un momento de la entrevista. / Foto: Carlos Fernández (SportsHuelva)

 

Pero el fútbol no perdona. Y tras el descenso desde Segunda Federación en la 2023/2024 y una temporada 2024/25 sin opciones reales de ascenso, el club afronta su segundo curso consecutivo en Tercera Federación con un escenario complejo.Ha sido una temporada difícil, en la que cuando quisimos reaccionar ya era tarde, admite Santana, que asume responsabilidades, pero no pierde de vista los condicionantes estructurales.

 

En ese sentido, Santana señala con claridad la falta de apoyo institucional y el desequilibrio competitivo que sufren clubes como el San Roque: “Es muy difícil atraer jugadores a un pueblo como Lepe, con pocas facilidades logísticas. La mayoría del talento está a más de 150 kilómetros, y acaba yéndose a clubes con más medios o mayor nombre”. Una situación que, a su juicio, se agrava por el rol actual del Recreativo de Huelva, que, siendo el club de referencia en la provincia y llamado a ejercer como eje vertebrador del fútbol onubense, ha competido en los últimos años en categorías cercanas, dificultando que pueda nutrir de forma estable al resto de equipos provinciales.

 

 

El grito de auxilio de un fútbol olvidado

La crítica no va solo hacia fuera, también hacia dentro. Santana lanza un mensaje directo a la Real Federación Española de Fútbol: Si la Primera Federación, su principal competición, no está profesionalizada, ¿qué se puede esperar de las demás? Necesitamos estructuras sostenibles. Hoy por hoy, es un pozo que ahoga a muchos clubes”.

 

A su sucesor, Luismi Patiño, le desea suerte y confianza, convencido de que es el relevo natural que el club necesita. Le recomienda “comprensión, esfuerzo y apuesta por la gente de casa”. A los gestores les pide compromiso con la identidad del club; y a la afición, un mensaje claro: Seguid apostando por el equipo de vuestro pueblo. Y a quienes dejaron de hacerlo por discrepancias conmigo, que lo hagan ahora, que ya no estoy”.

 

El San Roque nunca ha pisado el fútbol profesional, pero ha escrito su historia desde la dignidad y el trabajo. Con decisiones difíciles, con gestos valientes, con sacrificios invisibles. Manolo Santana ya es historia del San Roque de Lepe. Y su último acto, aun teniendo mucho que perder, es la prueba de que el fútbol más auténtico se juega, muchas veces, lejos del césped.