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El Decano no es solo un club de fútbol; es la memoria, la esencia y la identidad compartida de toda una ciudad

José Carlos Ramírez, nuevo refuerzo para la defensa del Recreativo de Huelva


 

Resulta cierta la afirmación de que la más dura de las derrotas une mucho más que las victorias más brillantes, y el fútbol es, sin duda, un reflejo fiel de esta realidad. Un caída compartida despierta un sentimiento de hermandad que hace que afloren los anhelos, que las emociones salgan a la luz y nos encontremos reflejados en rostros totalmente desconocidos que, como nosotros, también han caído.

 

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Más por desgracia que por suerte, Huelva conoce de sobra la unión que existe entre el Recreativo y su gente, aquella que ha visto peligrar la existencia del club de fútbol más antiguo del país por motivos ajenos a lo deportivo. Cualquier onubense que sienta una mínima conexión con este deporte recuerda aquel octubre del 2015 en el que el club caminaba al borde del abismo, suspendido sobre una cuerda floja cada vez más inestable. Aquella historia conmovió al país entero: La historia de la ciudad que salvó al abuelo del fútbol español de una muerte inminente. *Pero, sobre todo, fue la historia de una ciudad echada a la calle unida por no perder un cacho de sí, por defender una parte irrenunciable de su identidad, en resumen, por seguir siendo ella misma.

 

La misma que semanas después vio como un gol en el último suspiro de un partido que, más que noventa minutos, llevaba 124 años de duración hacía que se alcanzase un objetivo casi utópico, el Recreativo de Huelva se mantenía con vida tras conseguir un titulo nunca antes visto en la historia de nuestro fútbol, el «Bien de interés cultural». No solo se salvó un club, también la esencia de Huelva.

 

Aquello no fue un movimiento que pretendía que simplemente siguiese habiendo un equipo al que apoyar cada domingo, iba mucho más allá, era un grito reivindicativo al cielo por conservar lo que era, es, y seguirá siendo de todos. Y dio como resultado un lazo entre el equipo y la ciudad sellado para siempre a base de sudor y lágrimas.

 

Este club no solo representa el presente de Huelva, también su memoria. Cada asiento del Nuevo Colombino guarda ecos de voces que ya no están, de padres que llevaron a sus hijos desde pequeños al campo, los cuales desean que estos hagan lo mismo con sus nietos.

 

El Recre está en cada rincón de nuestra ciudad, grafiteado en los murales, en los cuadros de los bares, en camisetas que viajan de generación en generación y, por supuesto, en cada uno de nosotros, en nuestro aliento y en nuestra rutina semanal «domingo día de Recre». Es una forma de reflejar lo que significa la ciudad sin necesidad de ni siquiera nombrarla.

 

 

Aunque esto no solo va de emociones, también es un motor que dinamiza la ciudad. Es actividad a los alrededores del estadio, es una tapa en el paseo marítimo después del partido, y sirve como empleo para muchísimas personas desde las categorías inferiores hasta el primer equipo.

 

Para el Recre, Huelva es vida, pasión, sufrimiento y consuelo. Son lágrimas amargas y alegrías inolvidables, es un rato más con quién tanto quieres y que deseas que no termine nunca. Y para Huelva, el recreativismo, es orgullo, patrimonio, es una columna vertebral emocional sin la cual la ciudad no sería la misma. La prueba viva de que el fútbol, cuando es auténtico, es mucho más que un juego.

 

Huelva siempre será Recre y el Recre será siempre Huelva mientras esta respire.