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«La onubense gana, nueve años después, el torneo más prestigioso de Europa»

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(Foto: BadmintonPhoto)

 

 «Piensa realmente en lo que molesta, que no sea esto un problema», le dijo Fernando Rivas a Carolina, cuando ésta comenzó a quejarse por los flashes del público. Qué quieren que les diga; eso es «cargarse» un contratiempo o, al menos, conseguir que su jugadora lo minimice tanto en su cabeza… que ya no volvió a quejarse. Lo que sí hizo fue seguir jugando a un nivel al que sólo se llega si en tu mente no existe nadie más, que quien tienes delante; y Akane Yamaguchi venía de eliminar, entre otras, a la jugadora más intratable de los dos últimos años, An See Young, y con la intención de recuperar su antiguo trono. Pero no era su torneo; ni el de ella, ni el de Sung Shuo Yun, Wang Zhi Yi, Chen Yufei o Tai Tzu Ying, las jugadores que Carolina ha ido dejando en el camino, para ser de nuevo “reina” en Inglaterra. Nueve años después, la onubense vuelve a ganar el All England, y avisa: ha vuelto, como muchos ya sabíamos, y a pesar de quienes, por tal de vender algún titular, o por falta de fe, la dejaban fuera sin el menor argumentario con el que sostener tal teoría. Pues esa falta de fe resultaba, como dice un amigo mío que viste con casco negro, molesta, y ahora le toca a ella disfrutar, tras pasar por su propio infierno, de su gran triunfo: 26-24 y 11-1 en dos mangas muy diferentes: la segunda desluce bastante el resultado; pero la primera es ya historia del bádminton, con esos cinco puntos de set salvados por Carolina.

 

 

El primer asalto comienza con unos instantes de tanteo entre dos jugadoras que se conocen tanto como se respetan, y ambas tratan de alargar mucho los puntos, para asegurar el momento de bajar el volante; en una final como ésta, el mayor temor de las jugadoras es caer en la precipitación, y ser tú misma quien rompe tu propio plan de juego. Pero Carolina y Yamaguchi lo tenían muy claro y, «midiendo» mucho los «ganadores», «juegan» con ir alternándose en el marcador. En los últimos lances la japonesa está más acertada y se planta con un 20-17 que, contra otra, o contra otra Carolina, habría sido definitivo; pero no con «la de hoy», y esa es la diferencia: la semana anterior la había visto, no tanto fuera de forma sino más bien fuera del partido, mientras que hoy la que ha vuelto es la Carolina que, cuando parece que no hay nada que hacer, cree en ella y consigue lo que se propone. Y tras cincuenta puntos disputados, y con ocho de ellos pudiendo decidir el juego, la nuestra golpea primero y se apunta la primera manga.

 

Nada de lo que ha conseguido en su vida ha sido fácil; de hecho, ha sido así desde el principio, aquel día de 2014 en que revolucionó esta disciplina, pero en el que unos minutos antes lo tenía todo perdido en aquella final contra Li Xuerui. Por eso, la lesión de Yamaguchi en la segunda manga no debe restar valor a un título que debe reforzar ,aún más, su confianza en sí misma: pudo entonces, ha podido hoy, y ha metido el miedo en el cuerpo a todas sus rivales, que ahora saben que, tal vez, también pueda volver a hacerlo en París. Pero eso es otra historia, y la de hoy es lo bastante importante como para disfrutarla, sin más. ¡Felicidades, Caro!

 

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