«Recre: aquí sólo funciona bien la afición»

«La contracrónica de Tomás García»

(Foto: Sportshuelva.com / Fran Fernández)

 

Esta afición seguiría a su equipo al mismísimo infierno; de hecho, es de allí de donde venimos y el lugar al que, si es posible, preferiríamos no volver. De ahí que, con cuatro jornadas disputadas, tres puntos en el casillero, cero victorias y otro cero en sensaciones, la única parcela del club que lo está haciendo bien —la gente— esté muy cabreada. Fuimos a Mérida a presenciar un milagro, a Sevilla a comprobar que, en realidad, los milagros no existen y que todo fue una casualidad; y en el Colombino estamos padeciendo marcar nuestros propios goles demasiado pronto porque, jugando a lo que jugamos, si nos ponemos por delante, ya sabemos lo que nos queda. Esta afición volverá a estar este fin de semana, y el siguiente y el de más allá; que no piense nadie, sin embargo, que estar significa permanecer indolente o ser complaciente con el resto de las partes. Nosotros, los únicos que estamos funcionando bien, estaremos; ¿estaréis vosotros?

 

Los futbolistas, aunque son los últimos de la cadena y el resultado de cómo funciona todo lo demás, son en realidad los primeros que aciertan o se equivocan; y son los primeros responsables, porque se equivocan o aciertan ellos. Ninguna culpa tiene Abel Gómez, por ejemplo, de ese balón perdido por César Moreno en Sevilla, con un minuto de juego; habría pasado lo mismo de estar el mismísimo Pep Guardiola en el banquillo, y son cosas que tienen que cuidar, porque un equipo que juega esperando el error del rival no puede cometer tantos errores. Lo cual nos lleva al siguiente escalón, eso sí, desde el convencimiento de que no debemos hacer sangre del fallo de nadie, porque trasciende del propio deporte y porque está mal. Quien esté libre… eso.

 

Si, como entrenador, lo sacrificas todo para conseguir los puntos, consíguelos; si tu única oferta es el resultado y no lo obtienes, entonces no te queda nada, porque nada más has ofrecido. Lo que quiero decir podría expresarse en imágenes si repasamos el partido desde el minuto 25 (primer gol nuestro) hasta el descanso: se lo dejamos todo al Sevilla, iniciativa, balón, terreno, las llaves del coche… Y, sin jugar a nada, empezamos un juego diferente: a ver qué pasa antes, nuestro segundo o su primero, porque mantener el 1-0 colgados del larguero habría sido, igual que el día del Alcoyano, imposible

 

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Lo que sucede después parece ser una elegía al fracaso de una idea, no exenta de cierto toque romántico. Y, cuando digo romántico, no me refiero al amor, sino a ese movimiento de finales del XVIII que elogiaba lo imperfecto, y en el que los fantasmas del pasado lloraban por los pasillos su nostalgia por cualquier tiempo mejor. Porque resulta que, si la idea era hacer bueno el gol de ventaja, ni teniendo dos fuimos capaces, y la solidez defensiva en la que debía reposar todo nuestro entramado dio para diez minutos.

 

¿Y la dirección deportiva? Pues, si al entrenador le facilitamos el comodín de “con lo que tiene”, es justo que a Óscar también. No podemos olvidar que no hemos fichado con cheques en blanco, sino sin blanca, y si Abel tiene que hacerlo lo mejor posible con lo que le traen, el “dd” está obligado a acertar con octavas, novenas, y hasta noningentésimas opciones. Porque, aunque se hubiera puesto delante de los agentes a hacer el pino con los pelos verdes, nadie quiere cobrar 2 cuando otro te ofrece 8. Eso sí, a diferencia de la Fórmula 1, en la que para funcionar necesitas coche y piloto, aquí, si el piloto lo hace bien, hace funcionar al coche. Al igual que todo lo demás y, con sólo cuatro partidos disputados, también está aún por ver.

 

Y, claro, hablar de dinero nos obliga a seguir tirando “parriba”. ¿Cómo que “sin blanca”? Pero me aburre: demasiado espeso, demasiado político, y demasiado feo. Baste con decir que, si no hay pelas, tampoco funcionan.

 

Villarreal: +3, por favor.