La CONTRACRÓNICA de Tomás García

(Foto: Sportshuelva.com / David Gómez)

«Nada cambiará mi amor por ti», Recre, como decía Glenn Medeiros; sin embargo, tampoco cambiará un gol postrero, lo que pienso del partido. El Recreativo hacía méritos para ganar y lo hacía, además, cuando ya echábamos las cuentas con un sólo punto, situándose en una zona de la tabla desde la que te quieres comer el mundo; eso es lo que importa, y que ganan porque en ningún momento dejan de creer. Pero, qué final tan distinto habríamos tenido si Caye la echa fuera… ¿Acaso, la valoración de un encuentro debe depender de un sólo remate? No, sino justamente, de todo lo contrario: el resto de los noventa minutos no fueron buenos, no tanto por aquello en lo que el rival nos supera sino, sobre todo, por aquello en lo que nos dejamos superar, con una nueva propuesta tan ramplona como triste. Pero oye, ¿dónde hay que firmarlos todos así? Recre 1, Sanluqueño 0, y qué quieren que les diga: que pase el siguiente.

 

Justo antes de sentarme a escribir esta nota, me ha preguntado alguien: «¿qué pasa, no hemos hecho nada bien?». En mi opinión, no se pueden ganar partidos en esta categoría, si no haces muchas cosas bien. Para empezar, tuvimos acierto; el Recre consigue meter la pelotita, y el Sanluqueño no, algo muy simple pero que es lo que hace justicia en el marcador. Y también está la otra parte, y que da sentido a ganar por la mínima: mantener la portería a cero; como bloque, el equipo se sigue manteniendo sólido en la mayoría de las acciones. Pero, sobre todo y, honrando una vez más a la causalidad y no a la casualidad, el gol no es producto de la suerte, sino de insistir hasta el final en una misma jugada; algo posible porque el grupo confía en su fuerza, y porque son una piña, algo que se demuestra en la celebración del gol.

 

 

El encuentro me recuerda al de Melilla, pero al revés: mientras que aquello pudo acabar 3-3, debido la locura y a la falta de control, aquí fue el exceso de controlar al otro lo que invitó a pensar en el 0-0, mucho antes de terminar. El Recre no tuvo la ambición que sí ha mostrado otras veces y, en puesto de buscar el choque, optó por ir alargando el partido hasta que se le presentase la oportunidad. Tanto y durante tanto tiempo, que tanto «madurar» el partido abrió los ojos a un Sanluqueño que creo que cogió impulso, más por nuestra inacción ofensiva, que por las intenciones que traían. Así y, cuando vieron que Pinillos no se atrevía a subir porque le cogían las vueltas, lo intentaron y llegaron por ese lado; y también por el otro, porque la banda derecha era completa para Sergío Díez, y estuvo todo el rato arriba y abajo, defendiendo su puesto. Le llegaban las ayudas de los pivotes pero el sacrificio resultó inútil, porque a los mediaspuntas les pesó toda la tarde tener que estar en «su sitio», y la portería contraria la estuvieron mirando muy de lejos.

 

 

Es otra vez esa sensación de que no aprovechamos la calidad que tenemos, y de que Alcalde es un poquito menos Alcalde y Domínguez un poquito menos Domínguez, con estas propuestas tan llenas de cadenas y tan poco dadas a la liberación del talento. Algo que se nota menos en De la Rosa por ser el futbolista que rebaña los espacios, y que hace que brille más en partidos así; pero viendo las cosas que hace, siempre me pregunto por qué diablos no entrará mucho más en juego.

 

Si Caye la echa fuera… Abel habría pasado del Cielo al Infierno en un segundo, cuando en realidad nunca abandonó el Purgatorio porque, por mucho que consiga, siempre tiene detractores, y por muy conformistas que plantee los partidos, siempre tiene quien le defiende. Yo creo que no debería ser una cuestión de bandos, sino de decir cada cuál libremente lo que ve, y en mi caso y, a pesar de las tres victorias, veo cada semana cosas tan distintas que se me hace muy difícil emplear el adjetivo «fiable”. La identidad que parece estar forjándose el equipo se tambaleó un poco el domingo pero, al caer, cayó de pie. Y eso es lo que quedará. Hola, Mérida.

 

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