LOS MOTIVOS POR LOS QUE CAROLINA VOLVERÁ A SER REINA
Repasamos las razones, extraídas de su propia carrera, por las que nadie debería dudar de la onubense
(Foto: @CarolinaMarin)
“Cuando el marcador se puso 10-5 para Li Xuerui en el segundo set, media España bajó la cabeza y entristeció los ojos, dando por seguro un final, que nadie podría evitar…”
Así comienza la nota que publiqué cuando Carolina fue, por primera vez, campeona del mundo. Aquel día comenzó a escribir su propia historia; un cuento maravilloso que, si analizamos bien, en realidad habla de superación y de continuos retos, y de cómo reinventarse en cada torneo, en cada partido y con cada volante, para vencer situaciones imposibles. Situaciones y también rivales, porque quien tenía frente a ella en la pista era Li Xuerui, tal vez, la mejor oponente que ha tenido jamás. O, al menos, la que mejor defiende, y que ese día tenía ya el oro casi colgando de su cuello. Pero la que estaba ahí era Carolina, una de las pocas personas en el planeta que, llegados a ese punto, aún creía que podía dar la vuelta a la tortilla. Y lo hizo. Primer revés para las personas de poca fe.
Pero no esto debe ser una enumeración de partidos ganados cuando parecen perdidos, porque Carolina también cuenta con un buen puñado de ellos, en los que al final no vence. No se trata de eso; ganar o perder en situaciones extremas es inherente a la carrera de cualquier deportista. Yo hablo de situaciones a lo largo del camino que en su día me transmitieron sensaciones; las que me mueven a esperar su mejor versión cualquier día de estos, cuando su recuperación se complete dentro los plazos lógicos y normales.
En 2015 fue cuando leí, por primera vez, «este año no gana el mundial». Y, aunque por la dificultad que conlleva no hace falta demasiado para ser de esa opinión, lo cierto es que Carolina no se plantaba en Indonesia al máximo de sus posibilidades; una lesión la obligaba a alterar toda su preparación, pero, tras hacer todo lo posible por llegar, se marcó un “veni vidi vici”. Mundial a la saca.
Un año más tarde llegaban los Juegos Olímpicos y, como no, con una Carolina «criticada» desde algunos frentes; apenas había conseguido títulos camino de Río, y mira que algunos no paramos de advertir que la preparación de la temporada debía ser diferente, y apuntando sólo a conseguir una medalla olímpica. Aún así, Carolina «no llegaba bien», dijeron. Pero ella se plantaba en la final y, tras dar la vuelta a un marcador que de nuevo parecía más que perdido, se traía el oro olímpico a Huelva.
2017 no fue el mejor año de Carolina: perdió algunas finales y, por primera vez desde 2014, alguien que no era ella ganaba un mundial. Esta vez sí acertaron los de “este año no lo gana”, pero volvían a fallar quienes pensaron que ya “no volvería”. Lo hizo en Japón, ganando, pero también en China, perdiendo, pero recuperando el “puedoporquepiensoquepuedo” que “no se llevó” a Escocia, y que le costó el mundial. Y eso a pesar de estar más rápida que nunca, pero Caro necesita estar “completa” para ser ella misma y, desde su derrota con Fangjie en las semis del abierto de China, volvía a estarlo. Sin embargo, no todo el mundo lo supo ver hasta que…
En 2018 arrasó en la Premier Badminton League, ganándola para su equipo, los Hunters, y derrotando a todo lo que se puso por delante. Un formato de competición diferente, una experiencia nueva, pero la Carolina de siempre. Y, hablando de nuevas experiencias, meses más tarde llegaría… Huelva. Ahora le tocaba defender la corona europea en su ciudad, y con su gente; pero lo que parecía una ventaja se convirtió en un escollo cuando, en los primeros partidos, Carolina no supo gestionar bien la presión y la puso a jugar en su contra. Entonces apareció alguien que no había sido invitado a la fiesta: el miedo a perder aquí, algo que no entraba en sus planes, ni en los de nadie. Unos minutos antes de la final, estuve charlando con un político de este país quien, no alarmado pero sí inquieto, me preguntaba, “¿va a ganar Carolina la final?” Y yo, eso sí, con una fea arrogancia producto sólo de mi convicción, le respondí, “tranquilo, no la perdería ni con una mano atada a la espalda”.
El mayor reto de su carrera, hasta ese momento, llegaría ese mismo año; ¿sería capaz Carolina, tres años después, de volver a ganar un Campeonato del mundo? Porque claro, “el Europeo es una cosa, pero, después de casi no ganar nada desde Río, medirse con… bla,bla, bla…” La onubense consiguió el título mundial venciendo a Sindhu, Bingjiao, Saina, Sato y Busanan. Habría vencido a cualquiera. ¿Qué más podría pasar, para dudar de ella?
Por desgracia, en 2019 sucedió algo que no desea nadie a un deportista: una lesión. Carolina se rompía la rodilla derecha en Indonesia y comenzaba así un nuevo desafío: recuperarse para ser la de siempre. No llegó a tiempo de defender su título mundial en Basilea, pero sí dejaba atónito al mundo en su reaparición, ganando el Open de China. Lo había conseguido. Sin embargo, no bastó para convencer a todo el mundo hasta que, a finales de 2020, ganaba dos finales consecutivas a Tai Tzu Ying en Tailandia (y perdía una tercera). Caro se mostraba superior a la nº1 y jugadora más en forma del mundo en estos últimos tiempos.
Y el año pasado, por si fuera poco, se lastimaba también su rodilla izquierda; dos años después de su primera lesión, se quedaba fuera del sueño olímpico de Tokio; de nuevo le tocaba volver a principio. Ya está jugando, y ya le ha dado tiempo a ser, por sexta vez, Campeona de Europa. Pero esta pelea aún no la ha ganado; necesita más tiempo, porque, quienes creemos en ella, no nos preguntamos si volverá, sino “cuándo”, y una recuperación de este calibre necesita que cada paso sea firme y hacia adelante. Esta vez es más difícil, porque cuando le llegó esta segunda lesión estaba en uno de los momentos más dulces de su carrera: rápida como el viento al mismo tiempo que serena, muy serena. Había logrado alcanzar un punto de autocontrol en los partidos que le permitía tomar la decisión correcta, sin alterarse, y mientras el tiempo parecía detenerse a su alrededor, las demás ni la veían venir. Y ese es su mayor reto y su mayor dificultad, creer que puede llegar de nuevo a estar a esa altura, porque esta vez se ha caído desde mucho más arriba. Pero ya la tenemos ahí, escalando, y tenemos una nueva cita mundialista muy cerca. Apuesto a que, sin saber ni como llega, las demás preferirían verla cuanto más tarde, mejor.