NICOLÁS SAINZ | «A UN BUEN JUGADOR NO LE PUEDE LA PRESIÓN. SI ES BUEN JUGADOR, SABRÁ MANEJARLA»

0

(Foto: Nicolás Sainz junto a nuestro compañero, Tomás García)

 

La primera vez que tuve la oportunidad de entrevistar a Nicolás Sainz disfruté muchísimo porque, además de aprender, lo hice divirtiéndome. Tiene la facilidad de contar las cosas de un modo que despiertan en ti un gran interés, y de hacerlo además algo muy sencillo. Y mira, que la psicología es compleja; en aquella ocasión estuvimos charlando sobre diferentes enfoques, en general, de la psicología deportiva, pero esta vez voy a pedirle centrarnos en el fútbol y, como no, en el Recre. Nicolás ha desarrollado su profesión en el Recreativo muchos años formando equipo con entrenadores como Lucas Alcaraz, Quique Hernández, José Luís Oltra, Carlos Ríos, Juanma Pavón, Claudio Barragán, Alberto Monteagudo, o Ángel López, y a ello hay que sumar su trabajo durante ocho temporadas en todas las categorías inferiores del club, además de, por supuesto, su profundo recreativismo. Vamos a “abusar” de su currículum y también de toda su experiencia para adentrarnos un poco en la mente de futbolistas y entrenadores, en estos días felices en los que al fin celebramos nuestro deseado ascenso.

 

Me preguntaron el otro día, Nicolás, qué pensaba yo que había sido lo mejor del Recre este año. Más allá de lo obvio, el ascenso, resalté el compromiso de la plantilla. Un grupo, ¿es una especie de democracia?; es decir, si la mayoría de los futbolistas con comprometidos, ¿absorben al resto?

 

Estoy convencido completamente de ello, y es lo que ha sucedido según mis observaciones. Por lo que sé es un plantel muy comprometido, muy coherente en sus manifestaciones, y también se ha dado la circunstancia de que había muchos intereses personales en muchos jugadores.

 

Dice intereses personales; ¿es cómo aquello que decía el premio nóbel John Nash acerca de que, para conseguir el mejor resultado, cada miembro del grupo debe hacer lo mejor para él, y también para el grupo?

 

Sí. Ha habido jugadores que, por su edad o, por su situación contractual, han «tirado del carro» porque les convenía que las cosas rodaran bien. Eso ha ido en favor de nuestro Recre, y de la ciudad. Convencido estoy de que ha sucedido eso que dices.

 

Y todo esto nos lleva a aquello de la famosa presión de jugar en el Colombino, y en el Recre. A ver si al fin nos puedes aclarar este punto; ¿es bueno o es malo que les afecte la presión a los jugadores?; es decir, ¿habla bien o habla mal de un futbolista que se vea afectado?

 

El tema de la presión está presente en casi todos los trabajos. Cuando uno se hace futbolista tiene que asumir que tiene que aprender a manejar situaciones de presión, ansiedad, etc. Existen estudios que muestran que un nivel de activación excesivo puede bloquear tu rendimiento lo mismo que un nivel de activación excesivamente bajo. La clave está en que la presión no tiene que nacer en el futbolista, sabiendo éste manejarla; hay gente que la maneja bien y gente que la maneja mal, gente con recursos y gente sin ellos. La presión está en el futbolista; cuando sales al campo, hay miles de personas observando tu trabajo, y esa presión hay que manejarla. ¿Cómo influye? Depende de cada jugador, pero es cierto que como cuerpo técnico tienes que ofrecer las herramientas para que de manera grupal sepamos convivir con esa presión.

 

Pero si no le afecta, podríamos pensar que «le da igual» y, si le afecta para mal, no rinde. ¿El único perfil válido para el Recre es aquel a quien la presión le motiva?

 

Verás qué significativo: cuando tú observas a profesionales que tienen un dominio pleno de su función ejecutiva, sintiéndose observado, aumenta ese rendimiento. Cuando alguien no tiene un nivel alto dentro de sus competencias y es observado, suele manejar peor la presión, y baja su rendimiento. Es decir: a un buen jugador no le va a poder la presión porque, si es un buen jugador, va implícito que sabe manejarla. ¿Dentro del Recre?; yo creo que ha sido todo lo contrario a presión: no podemos llamar presión a que venga un rival que envía seis de siete disparos por línea de fondo, porque sabes que va a necesitar veinticinco para marcar y eso te da confianza. Otros años ha ido Rubén a despejar un balón, y nos la han colado, pero este en situaciones similares no ha sucedido nada porque nos hemos sentido superiores. Otra cosa es cómo se debe manejar la presión del ascenso desde el inicio de la temporada. En esta temporada que va a comenzar en 2ª RFEF debe ser también, un objetivo explícito, que hay que decir desde el principio, y que hay que manejar sin miedo desde pretemporada.

Pues se ha adelantado a mi siguiente pregunta, porque este año se les ha dicho «tenéis que subir sí o sí, y si jugáis un playoff por quedar segundos, en cierto modo, ya habéis fracasado»; esto tiene que afectar a un chico con dieciocho o diecinueve años que ante 7.000 y 8.000 personas no tiene chance para fallar.

 

Claro, tiene que afectar y, de hecho, debe afectar. Decir desde agosto en pretemporada que el objetivo es el ascenso sí o sí, es lo que hay que hacer, porque lo que tú manifiestas, lo manejas. Lo que no puede haber es una especie de bruma espesa en la que, todo el mundo sabe que hay que ascender, pero no se comparte. Se debe decir en pretemporada, que es tiempo para ver, para asegurar y para integrar, y sobre todo para corregir si alguien tiene algún tipo de dificultad personal o colectiva con el manejo de esa exigencia. El nivel de esta exigencia viene dado por la institución, por el presupuesto y por el nivel de los jugadores. Lo que yo no puedo es mirar al suelo, en un club que tiene que mirar a las estrellas. No debemos tener miedo a mirar a las estrellas, eso sí, con los pies puestos en el césped. Por cierto, menos mal que no hemos jugado esa liguilla, porque hemos terminado con algunas dudas.

 

Y si nos centramos un poco más en el fútbol, ¿habría que hacer alguna renovación?

 

Yo creo que sí, porque cuidándome de comentar ámbitos que no domino, quienes entienden hablan de quedarnos con cuatro o cinco jugadores de esta plantilla, ojo, si queremos ascender; si es para mantenernos podríamos continuar con muchos más, o eso dicen quienes de verdad entienden. Pero si queremos hacer lo que ha hecho el Córdoba esta temporada, necesitamos un nuevo planteamiento.

 

Pues su respuesta me viene como anillo al dedo para complicarlo todo un poco más; ¿y si un jugador, además de estar sometido a la ya citada presión de no poder fallar, intuye o incluso sabe que no cuenta para la próxima temporada? ¿Es eso otra «carga» más?

 

Sí. Las situaciones contractuales condicionan mucho los finales de temporada. Es verdad que a todo el mundo le interesa que acabe bien, y a todo el mundo le conviene en el llevar un ascenso en el currículum, sobre todo si tienes un protagonismo directo. Pero es cierto que a veces los ascensos implican que hay futbolistas que no van a contar, aunque sí podrían ser importantes para equipos punteros de la categoría que se va a dejar. Yo he tenido que trabajar con futbolistas que se han enfrentado a esa paradoja: tengo que pelear por subir a una categoría en la que no me quieren.

 

Este perfil lo tiene más difícil que la estrella del equipo, ¿no?; y encima tiene un menor reconocimiento.

 

Así es. Y es de las pocas desventajas que tiene dedicarse al mundo del fútbol. Y digo pocas porque tenemos que entender a qué llamamos presión de un futbolista. La presión por ascender la entiendo como profesional de la psicología, pero el vendedor de seguros que tiene que hacer un número de contratos en X meses, las responsabilidades del director de un banco, o salvar una vida operando a corazón abierto… Son presiones «diferentes».

 

Pues vamos con una del entrenador, porque, además de tener que saber manejar al grupo, ¿cómo se maneja a sí mismo? ¿Cómo gestiona la presión un entrenador, obligado a subir, si no sabe si va a seguir el próximo año?  Se lo digo porque, si el jugador intuye que no va a estar, igual su comportamiento es diferente.

 

Hay futbolistas que se comprometen con el entrenador a final de temporada, se marchen estos o no; esto siempre ha existido. Respecto a lo otro, para mí el perfil del entrenador es clave. Dice mucho de un entrenador venir con su equipo, o querer trabajar con los mejores, y rodearse de un equipo de confianza (entrenador de porteros, analistas, psicólogos, preparador físico, nutricionista, recuperador). Yo me fijo mucho en la edad, en la experiencia, y en algo muy relevante como es el estilo de comunicación. He conocido muchos entrenadores, y no todos se hacen entender de la misma forma. Hay entrenadores que hablan para ellos, y entrenadores que hablan para la plantilla. Algunos ponen énfasis en transmitir las cosas como las ven ellos, y otros, en ser comprendidos por la plantilla. Es importante saber compartir con ellos el mismo objetivo, pero también implicarlos en la toma de decisiones. Y para eso hay que saber manejar la comunicación, hacerte comprender, y crear un clima de confianza en el que se pueda preguntar.

 

 

Usted ha trabajado muchos años en el Recre con muchos entrenadores; ¿qué perfiles le parecieron idóneos respecto a lo que está comentando?

 

No es una salida por peteneras, pero en mi trabajo siempre he tenido (dicen la virtud, yo iba a decir la falta) de buscar lo positivo de todas las personas, y gracias a eso he podido cambiar determinadas cosas que desde fuera parecían imposibles. Yo te diría algo de cada uno, aunque nos llevaría demasiado, porque todos tienen virtudes; especialmente comunicativo, no sé, Oltra, Pavón, Ángel López, Claudio Barragán (era super claro), Lucas, Monteagudo… Y, por su peculiar estilo de comunicación, quien tenía una economía del lenguaje bestial e iba al grano directo era Carlos Ríos, de quien nadie podía decir que no lo entendía. Y todos ellos tuvieron que asimilar, en su día, que tipo de plantilla tenían delante; recuerdo la Torre de Babel con la que tuvo que «lidiar» Lucas Alcaraz, con gente que no sabía ni hablar castellano y futbolistas de diferentes nacionalidades, y todo ello en Primera División con todo lo que implica. Lucas es un entrenador con una capacidad de aprendizaje brutal.

 

Nicolás, ¿y qué pasa cuando los futbolistas pasan de héroe a villano en una simple mala racha de dos o tres jornadas? ¿Qué se le dice a alguien que sale aplaudido cada semana, pero que si no está acertado y el partido se pierde escucha «mercenario» desde exactamente la misma grada?

 

Esto es tan claro como el agua. El futbolista tiene que crecer y, para él, es importante que sea con el aliento y el apoyo de la afición. Pero eso es circunstancial. El mejor recurso que tiene un futbolista es él mismo. Yo le he repetido a muchos futbolistas, y algunos son internacionales hoy día: «tu actitud no depende de nadie, tu actitud la manejas tú. Y tu actitud es lo que tú decides hacer ante cada una de las circunstancias que te rodean». Y esto hay que repetirlo una y otra vez en pretemporada, porque suele ocurrir a jugadores y entrenadores, que en dos meses el que está detrás del banquillo pasa de decirte «quédate, quédate», a ponerte como los trapos. Recuerdo cuando Quiles se fue para la grada y quiso aclarar la situación; yo he tenido que llamar la atención a cuatro chavales que no te puedes ni imaginar las palabras que decían a Alberto Monteagudo. No era normal, y hacía dos minutos que había comenzado el encuentro. Pero hay que estar por encima, porque lo que depende de ti es tu actitud ante eso. Y tu actitud no la controla nadie, tu actitud depende de ti.

 

Vamos con el Recre entonces, porque, el equipo ha subido y lo ha hecho con mucho margen, pero, sin querer entrar en la polémica, a estas alturas no es ningún secreto que las cosas no están o no han estado del todo bien de puertas para adentro; ¿cómo se explica ascender tres semanas antes del final, inmersos en un ambiente que se ha ido enrareciendo día por día? Porque el Recre ha tenido la mejor plantilla o una de las mejores, pero en el campo me ha parecido ver que no había tanta diferencia con equipos a los que, sin embargo, se les ha ganado.

 

Por desgracia se ha ido detectando una falta de sintonía interna, pero, lo han hecho, así que o alguien ha estado haciendo bien las cosas para contener esa situación, o el Recre era tan superior que la merma que ha supuesto esto no ha puesto en peligro el ascenso. Yo pensaba que subíamos en marzo, y ha costado más de lo que yo pensaba y con menos brillantez de lo esperado. Sin embargo soy resultadista y lo que contaba era ascender, pero la verdad es que no ha habido ni un partido del que hayamos podido decir que hemos disfrutado con un juego vistoso, o de ganar con un resultado abultado. En todas las categorías masculinas o femeninas el líder golea en varios partidos, y con el Recre ha habido gente que se ha levantado del campo y se ha ido. Pero hay que darle todo el mérito a un entrenador que tiene ya dos ascensos seguidos, porque a pesar de todo lo que haya podido pasar «dentro», alguien ha hecho bien las cosas.

 

¿Le damos la razón a quienes pensaban que el Recre tan superior al resto? Yo no lo creo.

 

Yo sí. Todos los entrenadores rivales, todos, han coincidido en que bailaban con la más fea, cuando les tocaba con el Recre. Uno lo citó como el «mastodonte» de la categoría, otro dijo que somos el mejor de tercera de todo el territorio nacional, etc. Y luego está el potencial de la plantilla, el fondo de armario, los fichajes de enero (quienes pienso que no hacían ni falta, viendo lo que han jugado), etc.

 

Bueno, vamos a ver si nos aclara, al fin, algunos mitos en esto del fútbol. ¿Pueden ser amigos un entrenador y un jugador del mismo equipo? ¿Pueden tener éxito con los objetivos, y luego irse a cenar juntos con sus parejas?

 

Se puede. Es un mito. Oltra, por ejemplo, es una persona muy sensible con la situación personal de los jugadores y sus familiares. Es cercano, empático y altruista, desde el punto de vista de entrenador. Sin embargo, eso no quita ser firme y directo con las normas mínimas que existen en un entrenamiento, un partido, o un descanso.

 

¿Pero eso no acaba afectando? Es decir, me voy a cenar con usted, mañana me da el toque por algo, esta noche va a ir a cenar con usted Rita.

 

Pero eso es justamente lo que hablábamos antes, Tomás. Esa es tu actitud, ante un voto de confianza que yo te doy. Tú debes entender que voy contigo a tomar café, pero si mañana te tengo que ponerte de suplente, te voy a poner. Y he visto a jugadores enfadarse por estas cosas, pero ese es ya tu problema, no el problema del entrenador. Tú no sabes manejar que yo soy capaz de ir contigo como entrenador y ayudarte en lo que haga falta, y que hoy por las circunstancias que sean no juegas tú, sino otro. Es cuestión de que tú lo aceptes.

 

Y otro posible gran mito del fútbol: ¿cabe más de un gallo en un corral? Siempre se ha escuchado que no se pueden tener dos estrellas, o más, en el mismo vestuario.

 

Al menos, todos necesitan su parcela. Imposible no, pero más difícil, porque hay que aprender a saber manejar el liderazgo. Una cosa es dirigir, y otra liderar. Cuando un entrenador se hace líder de un grupo, sabe manejar estas batallas de ego que a veces existen. Y a cualquier escala, porque en cualquier categoría existen estos «gallitos», adecuados al nivel de la categoría. Para mi, como te dije antes, es clave el perfil del entrenador: experiencia, comunicación… Imagina que un equipo buscase un perfil de entrenador joven, con potencial, pero poca experiencia; y a continuación confecciona un equipo de veteranos… Ojo con lo que podría pasar. Personalmente le doy mucha importancia a la pretemporada. Es clave para sentar las bases, los criterios, alinear a todos (con sus peculiaridades) hacia un mismo objetivo y, sobre todo, convertir el grupo en equipo. Hay grupos y hay equipos, y para ascender hace falta equipo.

 

¿Este año hemos tenido grupo o equipo?

 

Yo no he estado pero, te diría, que a nivel de plantilla han hecho equipo.

 

Muchísimas gracias Nicolás. No era la primera ni será la última que hagamos.

 

A vosotros.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *